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Mente en Calma

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atención plena

Qué es el estrés y cómo combatirlo con mindfulness

por Olaya M. Acebal 2 comentarios

El estrés te limita y te impide dar lo mejor de ti mismo en la vida y en el trabajo; pero, además, puede tener graves consecuencias físicas y psicológicas si permites que se instaure en tu vida. En el artículo de hoy te explico qué es el estrés, cuáles son sus síntomas y consecuencias y por qué Mindfulness es una de las técnicas más efectivas para combatirlo.

 

¿Crees que sufres estrés? Pues si es así, ¡enhorabuena! porque ya estás un paso más cerca de ponerle remedio. ¿Sabías que mucha gente estresada no sabe que tiene estrés y, por tanto, no hace nada al respecto? El estrés no es una cuestión baladí. Hay muchos motivos por los que saber reconocer el estrés  y ponerle remedio es francamente importante.

¿Qué es el estrés?

Es la respuesta natural que genera nuestro organismo cuando la mente considera que estamos ante un desafío que exige de nosotros un esfuerzo físico, emocional o mental extra ordinario.

Cuando nos enfrentamos a algo nuevo o difícil se produce una sobre activación en nuestro cuerpo cuyo objetivo es poner nuestros recursos internos a punto para hacer frente a ese reto de forma satisfactoria.  En una gestión de estrés sana distinguimos tres fases:  activación, acción y, finalmente, relajación o descarga, que llega cuando ya he conseguido superar con éxito el reto o me he adaptado a la nueva circunstancia.

Todos estamos preparados para experimentar estrés en determinados momentos, puesto que el periodo de recuperación final permite que nuestro organismo descanse y se regenere del exceso previo. El problema viene cuando el estrés se prolonga en el tiempo, ya que  no se llega a producir la recuperación necesaria. Así, nuestro organismo termina desgastándose y llegan los problemas (físicos, emocionales y mentales)

¿El estrés es siempre negativo?

¡No! El estrés no es siempre un monstruo malvado del que hay que huir. De hecho, experimentar estrés de forma puntual puede resultarnos hasta beneficioso ya que nos obliga a salir de nuestra zona de confort, nos “pone las pilas”, nos ayuda a superarnos y nos hace darnos cuenta de que somos más capaces de lo que creemos. Este tipo de estrés se conoce como Eustrés.

El problema viene cuando el estrés se cronifica: si termina convirtiéndose en “mi estado habitual”, el organismo se agota. Es como si lleváramos un coche revolucionado todo el tiempo: el motor terminará dañándose y el coche envejecerá antes.

¿Cuáles son los síntomas del estrés?

Cuando el estrés se instala y se prolonga demasiado en el tiempo, puedo experimentar varios de los siguientes síntomas.

hombre estresado

  • Dolor de cabeza regular
  • Contracturas
  • Desórdenes digestivos
  • Insomnio
  • Irritabilidad y mal humor
  • Pesimismo
  • Excesos con el tabaco, alcohol…etc.
  • Falta de concentración
  • Falta de compromiso
  • Despistes frecuentes (pérdida de memoria)
  • Fatiga

Si reconoces estos síntomas es importante que te responsabilices de tu salud y bienestar y pongas remedio para no llevar a tu cuerpo a un estado de desgaste y deterioro del que resulte mucho más difícil recuperarse.

 

Consecuencias del estrés crónico

Cuando el estrés ha estado demasiado tiempo alojado en nuestra mente y cuerpo, es frecuente que aparezcan enfermedades o complicaciones serias como hipertensión, úlceras, infartos, depresión, trastornos de ansiedad, accidentes cerebrovasculares o un sistema inmunológico deprimido que me hace mucho menos resistente ante cualquier enfermedad.

Además, mi estado de ánimo empeora notablemente y se me complica ofrecer una buena versión de mí mismo en la vida y en el trabajo. Mis seres queridos y las personas que me rodean, tendrán que lidiar con mi mal humor, ansiedad, falta de concentración, despistes, errores...

¿Comprendes ahora por qué te insisto en la importancia de detectar y gestionar el estrés adecuadamente?

El estrés encoge tu cerebro.

Sí, como lo lees, según han descubierto investigadores de la Universidad de Yale, el estrés prolongado en el tiempo se asocia a una reducción del volumen de ciertas áreas de nuestro cerebro encargadas de regular los pensamientos y las emociones, fomentar el auto control y crear recuerdos nuevos. En concreto, el estrés crónico:

  1. Limita nuestra capacidad de procesar información. De esta forma nos resulta cada vez más difícil salir del círculo vicioso de pesimismo, pensamientos negativos y autocrítica.
  2. Encoge las neuronas e interfiere en su capacidad de enviar y recibir información.
  3. Reduce el volumen del hipocampo: la región del cerebro encargada de generar recuerdos nuevos.

Cuanto más estrés permitimos en nuestra vida, más limitamos nuestra capacidad de pensar de forma flexible y creativa.

¿Cómo nos ayuda Mindfulness a combatir el estrés?

Mindfulness es una herramienta científicamente probada para ayudarnos a prevenir y combatir el estrés y la ansiedad, cuando aparecen. ¿Cómo, te preguntarás? Por ejemplo, así:

  1. Mindfulness nos enseña a parar (porque sí, tal y como vivimos hoy en día es necesario aprender a parar), a darle a nuestro cuerpo y a nuestra mente ese momento imprescindible de sana “descarga” que evita que el estrés se acumule en nuestro cuerpo. Puedes comenzar a hacerlo, implementando esta práctica y esta otra varias veces al día.
  2. Aumenta nuestra resiliencia. Fortaleciendo nuestros recursos internos y nuestra conciencia de ellos. Al final, el estrés es un desequilibrio entre la exigencia que cierta circunstancia nos presenta y nuestra percepción sobre los recursos que tenemos para hacerle frente. Resulta complicado actuar sobre la circunstancia externa, por lo que la mejor opción es trabajar sobre nuestros propios recursos para equilibrar la balanza.
  3. Fortalece nuestro cerebro. Estimula la actividad cerebral en las zonas asociadas al bienestar y la serenidad y disminuye, a su vez, la actividad en zonas relacionadas con el miedo y la alerta.
  4. Nos aporta claridad mental y foco para priorizar mejor y ser más eficaces.
  5. Promueve el auto cuidado. Es muy frecuente que al comenzar a practicar mindfulness, tendamos de forma natural a prestar más atención a nuestras necesidades de activación física, de alimentación nutritiva y consciente, de descanso... etc.

Si quieres saber más sobre los beneficios probados de practicar mindfulness te recomiendo este artículo.

Tenemos vidas plagadas de retos de todo tipo: laborales, económicos, de salud,  sociales, familiares, amorosos… La exigencia a la que nos sometemos diariamente es tal que requiere acción urgente por nuestra parte.

Practicando mindfulness de forma continuada te estarás procurando una mente más sana, clara, resistente y feliz, capaz  de hacer frente de forma más efectiva a los retos que la vida nos presenta.  Entrenar tu mente (y tu corazón) en mindfulness o atención plena es una de las mejores inversiones que puedes hacer y te lo digo por propia experiencia.

Si puedes, apúntate a un curso presencial (seguro que hay alguno cerca de donde vives).  Y si no lo encuentras, o no lo puedes encajar en tu ya de por sí ajustado horario, tienes a tu disposición buenos cursos online como los que te ofrece Menteencalma.

  • Iniciación Reto21Días: un programa 100% práctico que te permitirá iniciarte en la atención plena de forma muy sencilla, amena y totalmente guiada, dedicando solo 10 minutos al día.
  • Aprendizaje  El programa Cinco Semanas de Mindfulness para Reducir la Ansiedad es una completa inmersión en la atención plena a través de audios, vídeos y prácticas variadas que te permitirá reducir los síntomas de forma notable, conocerte mejor y hacerte con herramientas efectivas para gestionar las emociones difíciles.
  • Entrenamiento Si ya has comprobado que meditar es bueno para ti, pero no consigues convertir la práctica en un hábito o sientes que necesitas ejercicios nuevos con las que profundizar y ahondar más en ti, Mindful365 es el programa que necesitas.

 

Responsabilízate de tu bienestar. Si no lo haces tú, ¿quién lo hará?

Un abrazo,

Olaya

Publicado en: Estrés, Mindfulness Etiquetado como: atención plena, combatir el estrés, conscuencias del estrés, estres, estrés y enfermedad, estrés y mindfulness, mindfulness para reducir el estrés, qué es el estrés, síntomas de estrés

Superar el miedo con mindfulness

por Olaya M. Acebal 4 comentarios

No  lo creerás, pero mientras escribo estoy sobrevolando Australia, camino de Nueva Zelanda. Sí, ¡como lo lees! Y desde que puse el pie en este avión hace ya unas 9 horas, no he dejado de pensar cuánto he evolucionado yo, mi relación con mis miedos y muchas cosas en mi vida gracias a mindfulness... Te lo explico:

Hace muchos años, tendría yo unos 7, los Reyes Magos me trajeron una bola del mundo. En aquel momento yo ya “sabía” que la Tierra era redonda, pero creo que era la primera vez que la veía redonda realmente. En la mesa de la cocina, mi padre me estaba ayudando a comprender ese nuevo “juguete” inesperado que, a simple vista, ofrecía pocas posibilidades de entretenerme y que los Reyes habían tenido a bien traer.

Tras confirmar mis peores sospechas: que aquello no servía para jugar, pregunté con resignación “¿Y para que sirve esto entonces?” “Para descubrir el mundo”, me contestó mi padre… Y confieso que su respuesta captó mi interés.

Lo primero que mi padre me propuso fue averiguar dónde estábamos: localizarnos. Recuerdo sentirme ciertamente desencantada al descubrir el diminuto tamaño de España en comparación con otros países y comprobar que, para colmo, estaba "torcida" y no como la mostraban en El Tiempo. Un momento después, se me ocurrió preguntar qué lugar del mundo estaba más lejos de nosotros… Con sonrisa pícara por haber conseguido despertar mi curiosidad, mi padre dio la vuelta al globo y señaló Nueva Zelanda… Mientras yo ladeaba la cabeza para observar mejor esas islas que estaban tan lejos y tan abajo, mi mente bullía con fantasías sobre ese lugar tan lejano...

Desde entonces, Nueva Zelanda siempre ha rondado mi cabeza... en varios momentos de mi vida me ha vuelto la idea de ir ahí, no sé porqué.., y tantas otras veces la he descartado por mil motivos (económicos, de planificación, miedo a volar, no es el momento, es solo un capricho...). Pues bien, 26 años después estoy a punto de descubrirla y quiero compartirlo contigo.

Una increíble serie de factores han tenido que converger para que yo pueda estar aquí hoy y, sin duda, quizás uno de los más decisivos sea mi práctica de mindfulness. Sin ella,  seguramente no me habría sido posible meterme 17 horas seguidas en un avión (sí, ¡eso es lo que dura el vuelo Doha-Auckland! y todavía recuerdo el suplicio que fue para mí un vuelo Menorca-Madrid de a penas una hora en el que pensé que me iba a dar un ataque al corazón y me juré que nunca jamás volvería a volar y menos sin pastillas).

Sin mi práctica, seguramente tampoco habría tenido la claridad mental suficiente para darme cuenta de que este es el momento de hacer este viaje, ni mis creencias limitantes sobre el deber y el merecer me hubieran permitido ausentarme de “mi oficina” durante veintipico días en pleno año laboral un año después de fundar Menteencalma.

Pero es que resulta que este es el momento adecuado, que estos factores seguramente no vuelvan a converger, que con planificación y organización un negocio online permite esta libertad y que la vida está para vivirla, agradecerla y disfrutarla con consciencia. Me he pasado muchos años haciendo lo que se supone que tengo que hacer para lograr sentirme merecedora de lo que creía que deseaba. Afortunadamente, me he dado cuenta de que las cosas no funcionan así y desde este "otro lugar" desde el que veo y vivo mi vida ahora, hoy me voy a Nueva Zelanda...

Con esto no quiero decir que tú también tengas que ir de viaje, jeje, no... Lo que quiero es llamar tu atención sobre esta "tendencia" que tenemos a posponer de forma automática lo que deseamos con mil excusas porque "ya habrá un momento mejor" o porque "cómo voy a meterme en eso con cómo están las cosas"... y así la vida pasa y ese momento ideal nunca llega.... Las circunstancias son las que son y siempre podrían ser mejores, pero te pregunto, ¿en qué medida son las circunstancias las que nos limitan o son los miedos? 

Mindfulness nos enseña muchas cosas, quizás la más importante es que la vida, en realidad, solo sucede ahora: en este preciso momento, el resto es humo. Y si bien conviene planificar y programar, ¡claro!, la costumbre de entregar nuestras necesidades y deseos a un supuesto futuro ideal que no sabemos si va a llegar, no parece la mejor de las estrategias pues nos convierte en espectadores de nuestra vida, en lugar de en los protagonistas.

Mindfulness me ha llevado al compromiso conmigo misma de abrazar mis miedos en lugar de vivir a su dictado. Y eso es lo que intento cada día... y a cada instante (ahora mismo, de hecho, con cada turbulencia...)

 Y resulta que eso lo cambia todo...  por eso te animo encarecidamente a probarlo.

Un fuerte abrazo desde el Hemisferio Sur,

Olaya

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Publicado en: Ansiedad, Autoconocimiento, Miedo a volar, Mindfulness, superación personal Etiquetado como: atención plena, crecimiento personal, limitaciones, miedo a volar, mindfulness, superación personal, superar el miedo

Qué hacer cuando el miedo a morir no te deja vivir

por Olaya M. Acebal 2 comentarios

Miedo a morir

Muchos de nosotros pasamos gran cantidad de tiempo de nuestra vida temiendo morir o temiendo la muerte de otros. El miedo a la enfermedad y el miedo a la muerte son muy poderosos y paralizantes y generan mucho sufrimiento. Hoy te planteo algunas cuestiones al respecto.

Te confieso que me senté a escribir un artículo sobre el disfrute y, cosas de la vida, me ha salido un artículo sobre el miedo a la muerte… curioso, ¿verdad? Pues no es casualidad, tiene mucha relación. El miedo a morir es natural, sensato y humano, forma parte de nuestro instinto de supervivencia (sí ese que siempre nos está jugando malas pasadas). Si no tuviéramos miedo a morir nuestras probabilidades de sobrevivir serían mucho más bajas.

Gracias a ese instinto que nos empuja a agarrarnos a la vida, tomamos decisiones que nos protegen. Ante una enfermedad propia o de alguien cercano es lógico que aparezcan más pensamientos de ese cariz, incluso que lo hagan de vez en cuando, pero si no existe tal circunstancia y aun así el miedo desmedido a la muerte nos visita a menudo estamos hablando de otra cosa.

La tanatofobia

Así lo llaman (por cierto, ¡qué palabra, verdad!) y genera un nivel importante de angustia y desasosiego entre muchas personas . En ella juegan un papel relevante varios asuntos.

  1. La muerte se ha convertido en el mayor de los tabúes

Como sociedad hemos desterrado la muerte de nuestra realidad cotidiana (de otra forma sería difícil que funcionara el consumismo atroz que mueve el mundo).

Hoy en día vivimos prácticamente ajenos a que el río natural e irremediable de la vida termina sí o sí en la mar, que es el morir, como decía Jorge Manrique. Leía en un artículo que hemos condenado a la clandestinidad al más natural de los acontecimientos: la muerte. Y es verdad, todavía recuerdo la fuerte impresión que recibí cuando hace ya años alguien muy cercano a mí me contó que, de pequeña, ella solía jugar entre muertos con una amiga cuyo padre tenía una funeraria. Los muertos no eran objeto de juego -claro que no-; ellos solo formaban parte del escenario. La muerte estaba, de ese modo, presente en su vida como algo normalizado y natural.

Hoy en día, sin embargo, la muerte ha sido tan apartada de nuestra conciencia cotidiana que cuando alguien pronuncia la palabra nos surge un rechazo profundo, un pudor, una incomodidad mezclada con miedo a mentarla no vaya a ser… Y es natural y bueno no querer que llegue, lo que no es sano es vivir obsesionados con la posibilidad de que lo haga o completamente ajenos a la realidad de que tarde o temprano llegará.

Pregunta Krishnamurti: ¿Tiene realmente miedo a morir o miedo a la imagen que ha creado de la muerte? ¿Es la palabra “muerte” la que causa miedo o es la muerte real?

  1. El apego a lo que solo está de paso, incluida nuestra propia existencia

Por otro lado, el miedo desmedido a morir también está motivado con que flaquea la ilusión de permanencia en la que vivimos. Desarrollamos apegos fortísimos a lo que en realidad ni nos pertenece ni durará para siempre.

¿A qué me refiero? A todo…  Si lo pensamos detenidamente nos daremos cuenta de que todo está en constante cambio. Mis seres queridos, por más que los adore con toda mi alma, no me pertenecen, no son míos, su presencia no es mi derecho ni su obligación, sino un regalo de la Vida a disfrutar mientras se pueda porque tarde o temprano se irán… como yo, que también me iré…

En Mindfulness trabajamos el desapego: cobrar conciencia -desde la mente, el cuerpo y el corazón- de esa impermanencia, de esa ficción en la que elegimos vivir cuando nos aferramos a lo que no nos pertenece y soltarla. Quizás te suene heavy, pero vivir en la ilusión de que las cosas siempre serán como son, ignorando -no sin esfuerzo- el curso natural de la vida solo nos aporta una falsa sensación de seguridad que, a la hora de la verdad, resulta muy frágil.

Aferrándonos a lo que irremediablemente nos será arrebatado antes o después solo contribuimos a generarnos ansiedad y sufrimiento.  Y, aunque no es fácil, trabajar el soltar con paciencia, suavidad y ternura resulta tremendamente liberador. Y en Mindfulness Transpersonal nos dedicamos también a eso.

Así, cuando tomamos conciencia y aceptamos la realidad desde el corazón podemos empezar a disfrutar de los nuestros y de la vida de una manera mucho más intensa, sana y libre. Dejaremos de intentar cambiarlos para que se ajusten a nuestros deseos y expectativas y empezaremos a permitirles ser quien son y a disfrutarlos en su perfecta singularidad. Nos haremos conscientes de que este momento en el que están y estamos es único e irrepetible, es oro y pasará, y la única opción inteligente y a favor de la Vida es dejar de darnos por hecho y empezar a sacarle todo el jugo a cada momento.

Cuando el miedo a morir se convierte en obsesión

Cuando el miedo a la muerte se convierte en obsesivo resulta muy angustiante y paralizador. Pero la buena noticia es que en el veneno se encuentra el antídoto. Lejos de lo que pueda parecer, la obsesión surge para algo: tiene un objetivo, un mensaje y si lo desciframos, no solo reduciremos la frecuencia e intensidad de las imágenes y nuestro nivel de sufrimiento, sino que le habremos dado sentido. Así lo he comprobado en primera persona.

Yo me relaciono muy de cerca con el miedo a la muerte; recuerdo desde siempre sentir un pavor paralizante ante cada sensación desconocida que percibía en mi cuerpo. Mi cabeza auguraba siempre una enfermedad fatal. Y eso -cómo no- me ha hecho sufrir mucho y estar siempre en guardia… Mi falta de relación con la muerte era total. Por un lado, porque la Vida me ha tratado bien en este sentido y por otro porque en mi casa no se habla de eso. Y cuando no ha quedado más remedio que mencionar algún caso cercano, siempre la expresión es de aversión, consternación y horror profundos.

¿Qué mensaje se esconde tras la obsesión?

Te voy a contar lo que yo descubrí producto de mi propio trabajo personal: yo tenía tanto miedo a morir porque, en el fondo, no disfrutaba de la vida. Así es… no tenía ningún problema objetivo que me impidiera disfrutar, pero no lo hacía. Mi mente siempre pensaba que lo bueno estaba por llegar y que el presente era una especie de sala de espera. Vivía con la mente y el corazón puestos en un futuro imaginado e “ideal” o atascada en un pasado que no lograba superar y, mientras tanto, la vida de verdad, la única que existe -el presente- pasaba de largo como si nada... Estaba transitando por la vida de puntillas. Sin saber a dónde me dirigía ni por qué o para qué y ni siquiera me daba cuenta.

Cuando comencé a practicar meditación comprendí que el único sitio donde realmente se puede vivir es aquí y ahora y me comprometí a dejar de vagar sin sentido por el pasado que duele y futuro al que temo. Cuando me decidí a descubrirme y a comprometerme con mi felicidad emergió una especie de serenidad con respecto a la muerte. De hecho, la misma búsqueda ya le otorgó un significado más profundo a mi vida.

Descubrí que mi obsesión, mi miedo desmedido era un avisador de que no estaba aprovechando la vida, dándole sentido.

Y no estoy hablando de grandes cosas, sino de vivir el presente en el sentido más literal. Cuando empiezas a hacerlo te das cuenta de lo mucho que en realidad tienes, de la maravilla que te rodea pero que has ninguneado por vivir pendiente de eso que no se ajusta a tu expectativa o de un ideal que, como tal, nunca llegará y te está robando la vida. Eso que, por otro lado, tanto temes perder.

E insisto, no se trata de dejarlo todo e irse a living la vida loca, sino de plantearse ciertas cosas, de comprometerse con la propia felicidad y de encontrar el coraje para ser quien uno es. Encontrar la coherencia entre lo que soy, lo que muestro, lo que hago y cómo lo hago. Pero el primer paso siempre es averiguar quién soy.

Cuando me decidí a ello algo en mi relación con la muerte cambió. La obsesión solo me estaba empujando a un cambio necesario, pero yo no la entendía. Creía que era mi mente torturándome, pero no… Era mi yo más esencial gritando para que empezara a darle sentido a mi tiempo de vida. Menos mal que aprendí a escucharla… GRACIAS.

He comprobado que si hago que cada día que vivo merezca la pena para mí, lo disfruto y le saco todo el jugo que puedo algo se calma en mi interior con respecto a la muerte. Es curioso…

¿El miedo a la muerte te obsesiona?

Si es tu caso, te planteo lo siguiente: ¿disfrutas de tu vida?

  • ¿La vida que tienes es la que realmente quieres, necesitas y tiene sentido para ti? (Si esta pregunta te incomoda, seguramente la respuesta sea “no”)

  • ¿Ves con claridad qué está en tu mano cambiar y qué no?

  • ¿Sientes el coraje para tomar las acciones que sean necesarias?

Si has contestado no a las tres preguntas, no desesperes, es lo más normal del mundo: todos hemos pasado por ahí. Mi recomendación es que busques ayuda e inviertas tiempo y esfuerzo en conocerte:  es en dentro de ti donde encontrarás el coraje. Hay muchas técnicas de auto conocimiento e introspección que pueden ayudarte. Mi favorita por propia experiencia es el Mindfulness.

Comprométete en serio y de una vez con tu felicidad: ¿qué está en tu mano hacer para dotar de mayor sentido a tu vida?

Te mando un fuerte abrazo,

Olaya

 

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O si lo prefieres también puedes optar por un acompañamiento personalizado. Contacta para más información

Publicado en: Ansiedad, Fobia Etiquetado como: ansiedad síntomas, atención plena, miedo a la muerte, miedo a morir, mindfulness, reducir la ansiedad, tanatofobia, tratamiento para la ansiedad, vivir sin ansiedad

La meditación es para valientes

por Olaya M. Acebal 6 comentarios

La meditación es para valientes

Meditar te parece raro, lo sé… quizás tan peculiar como ser vegetariano o vivir sin tele: una excentricidad como cualquier otra. Pero, al igual que hoy nos extraña lo que hace años era la norma, dentro de no mucho quizá sea nuestro pan de cada día lo que ahora consideramos extravagante. Así sucedió en su momento con el yoga o incluso con ir al gimnasio.

Meditar nos resulta raro porque -entre otras cosas- no sabemos qué es ni para qué sirve. Algunos lo relacionan con ciertas religiones, otros hemos tenido serios prejuicios sobre el tipo de personas que practican la meditación y la mayoría tiene ideas bastante equivocadas sobre en qué consiste la práctica en realidad.

Desmontando bulos

Son muchas las malas interpretaciones y los bulos que corren por ahí sobre la meditación. Desmontemos algunos...

Se dice que meditar es...

  • Dejar la mente en blanco. ¿A que tú también pensabas esto? 😉 Pero si pudiéramos dejar la mente en blanco a voluntad no habría ansiedades ni depresiones… Así que no, meditar no consiste en dejar la mente en blanco.
  • Una técnica de relajación. La relajación puede surgir a consecuencia de la meditación (aunque no siempre) o  podemos inducirla al principio de la práctica para abrir nuestra percepción aún más, pero meditar es mucho más que relajarse.
  • Pensar en positivo. En meditación no se pretende sustituir pensamientos negativos por otros positivos ni programar ningún tipo de idea. En relación a los pensamientos, el objetivo es que observes lo que piensas con algo de distancia.
  • Vacunarse contra las emociones o estar por encima de ellas. Todo lo contrario: se trata de ver qué estoy sintiendo y permitirme sentirlo con toda la intensidad.
  • Buscar un placentero estado de paz. Este estado surge algunas veces, pero no se puede forzar y es puñetero porque, si lo persigues, se esfuma. En todo caso, eso sería un subproducto de la meditación, pero en ningún caso el objetivo.
  • Practicar una nueva religión. No, ni si quiera es practicar una religión...
  • Darle vueltas a las cosas. Bueno, eso es meditar sobre algo, pero aquí nos referimos a la práctica contemplativa, que es otra cosa totalmente distinta.

En mi círculo más íntimo nadie medita, la verdad. Yo he sido <> o <> -depende de para quién, jeje-. Al principio mi familia y amigos se extrañaron e incluso generó cierto recelo porque algunas personas se sienten verdaderamente incómodas cuando otros pululan por territorios que rebasan el perímetro de lo que su mente considera lo normal (no exagero si digo que algunos hubiesen aceptado mejor que me hubiera dado por hacer puenting...). Más tarde todo se normaliza y se respeta e incluso llega a generar curiosidad.

Pero, ¿realmente da para tanto revuelo el sentarse unos minutos con los ojos cerrados a observar? Tan cierto es que lo desconocido asusta un poco -por sencillo e inofensivo que sea- como que esto no es para todo el mundo o que algunas personas no están a día de hoy en disposición de entender la utilidad de esta práctica (yo misma no lo estuve durante mucho tiempo). Muchos otros simplemente huyen -incluso de forma inconsciente- de la sola idea de quedarse a solas consigo mismos. Y es que meditar es para valientes 😉

En lo que a mí respecta, lo que la meditación me ha aportado y me aporta es tan real, tan válido y substancioso (no solo a nivel de gestión de la ansiedad sino en muchos otros sentidos) que mi relación con ella -conmigo- está muy por encima de la opinión que la práctica genere.

¿Qué es meditar para mí?

Hoy no quiero detenerme en la definición oficial (observar sin juicio lo que sucede aquí y ahora) ni hablarte de estudios científicos,  hoy quiero contarte lo que es meditar para mí.

Para mí meditar es...

  • Aprender a estar conmigo misma, que no es siempre fácil. “Pero si estoy conmigo desde que nací” -pensarás- Pues no… Si lo piensas con detenimiento, ¿cuánto tiempo has pasado contigo realmente, prestándote atención de verdad, sin distracciones -ni música, ni tele, ni whatsapp-, echando un ojo a qué tipo de pensamientos piensas o a cuál es esa emoción que lleva tiempo acompañándote...? Apuesto a que muy poco...
  • Perderme el miedo. ¿Que no te tienes miedo a ti, dices? Si te miras con ojos honestos, reconocerás que ante el mínimo sentimiento desagradable- (preocupación, tristeza, rabia, rencor, celos…) sales corriendo a consultar el Facebook, te pones la radio, abres la nevera, te vas de compras, o quedas para tomarte una caña… Eso se llama huir… no pasa nada, es humano, lo hacemos todos, pero solo se huye de aquello a lo que se le tiene miedo…
  • Aprender a quererme. Encontrar un tiempo y un espacio para escucharme me permite construir una relación de intimidad conmigo misma. En ese lugar puedo darme cuenta de lo que realmente necesito y dármelo. Por otro lado, el compromiso de asistir a esa cita diaria conmigo me inculca el auto respeto y, si yo me respeto, es más complicado que permita que los demás no lo hagan.
  • Recordarme mi coraje. Exponerme durante unos minutos a sentir de verdad la ira, el rencor, la tristeza o el vacío que haya dentro de mí en ese momento en lugar de ignorarlo, reprimirlo o evadirme requiere una considerable dosis de valentía, créeme. Además, me ayuda a comprobar una y otra vez que temo mucho más a lo que imagino que son las cosas que a las cosas en sí mismas.
  • Comprender y aceptar lo que no me gusta de mí para poder cambiarlo. Es imposible cambiar lo que no me perdono, lo que me echo en cara o lo que no comprendo porque cuando lo que me empuja al cambio es el rechazo, el cambio no dura, no es real.
  • Trabajar por mi serenidad en vez de simplemente desearla. Entrenando la atención a la respiración y con distintas técnicas enseño a mi cuerpo a calmarse a sí mismo, a generar la serenidad que necesita. Échale un vistazo a este artículo
  • Entrenarme en una disciplina amable. Para conseguir casi todo en esta vida hace falta un mínimo de disciplina y tesón. Yo siempre he pensado que soy poco disciplinada y, mira… qué más disciplina que sentarse todos los días unos minutos a observar (aunque a veces no apetezca).
  • Trabajar por neutralizar aquello de mí que causa dolor tanto a mí como a los demás: mis reacciones automáticas, mis emociones reprimidas..., etc. ¿Quiere esto decir que desde que medito ya no salto? No..., pero salto con menos frecuencia, a menor altura y las aguas vuelven antes a su cauce... Y ya no me torturo porque haya sucedido porque ahora comprendo que no pudo ser de otra manera y que lo único que está en mi mano es seguir trabajando para ampliar mi conciencia.
  • Comprenderme para comprenderte a ti mejor. Es muy difícil empatizar de corazón con el prójimo cuando uno no es capaz de comprenderse ni a sí mismo.
  • Rescatar mi creatividad. Yo pensaba que no era muy creativa, pero ufff ¡no es cierto! Meditando a veces accedo a ese espacio donde las  ideas existen libremente y yo puedo verlas bailar. Muchas buenas ideas me han surgido meditando.
  • Acceder a ese lugar esencial donde es posible sentir que, pase lo que pase, podré volver a estar estar bien porque algo dentro de mí es inalterable.
  • Recordar que el sufrimiento surge cuando me resisto a sentir el dolor y que el camino pasa por dejar de luchar contra él cuando aparece para que pueda marcharse cuando haya cumplido su función.
  • Acercarme a mi inconsciente, que guarda las claves de por qué soy como soy, por qué persigo lo que persigo y temo lo que temo.
  • Meditar es entrenarme es permanecer aquí y ahora, en el momento presente. Esa capacidad es la que me permite disfrutar verdaderamente de la vida.

El silencio guarda muchos misterios y grandes tesoros sobre cada uno de nosotros y sobre todo lo que Es. Meditando me siento a esperar que de vez en cuando se me desvele un trocito de alguno que me permita comprenderme mejor para ser más feliz, que es a lo que he venido aquí.

Un regalito

Quiero hacerte un regalo. Si te apetece empezar a meditar, aquí tienes una sencilla práctica guiada de atención a la respiración para que te inicies. Puedes descargarla y escucharla donde y cuando quieras. Recuerda que, como toda práctica, requiere continuidad para experimentar beneficios permanentes. Espero que te guste.

http://menteencalma.com/wp-content/uploads/2017/01/Anteción-a-la-respiración-con-intro.mp3

Y, si te gusta, y te apetece iniciarte en esto del mindfulness conmigo, échale un vistazo al RETO 21 DÍAS o contactarme para un acompañamiento personalizado.

Un abrazo,

Olaya

 

 

Publicado en: Autoconocimiento, meditación, Sin categoría Etiquetado como: ansiedad, atención plena, ejercicio de mindfulness, meditación, mente en blanco, mindfulness, vivir sin ansiedad, vivirsinansiedad

La Meditación no es un Paracetamol

por Olaya M. Acebal 2 comentarios

Meditación y Mindfulness

Este artículo está escrito por una autora invitada. Te la presento: Lourdes Perez de SlowLou, Activadora de conciencias, mentora y guía en el camino hacia la liberación mental. 

 

archipielagoTras más de una década volcada en comprender y experimentar lo que llama el funcionamiento secreto de la mente, Lou utiliza la meditación profunda y la psicología budista como herramientas para entender qué significa de verdad ser feliz y cómo liberarnos de la insatisfacción que nos mueve a correr como pollos sin cabeza.

Te dejo con ella...

 

Muchos alumnos me preguntan cómo pueden mantener la calma y la ecuanimidad en la carrera diaria de trabajo, familia, obligaciones sociales, planes, objetivos, etc.

Es común en el mundo occidental usar la meditación o el mindfulness como un paracetamol: una cura momentánea y externa a un problema recurrente e interno.

Vivimos en una sociedad y en un momento en el que se glorifica el hacer y el conseguir. Medimos el éxito de una persona por sus logros profesionales, económicos y sociales. No llegamos ni a cuestionarnos lo que ocurre en las capas menos superficiales, las capas emocionales y mentales de las personas que consideramos de éxito. De este modo creamos un halo de atracción hacia la forma, hacia las apariencias y dejamos de lado lo que supone a niveles más profundos estar a la altura del estándar que nosotros mismos hemos dibujado en nuestra imaginación.

Las expectativas que ponemos sobre nosotros mismos y sobre los demás no son más que ideas que aparecen en nuestra mente basadas en comparaciones, miedos, juicios y necesidades de más y mejor. Basamos nuestro éxito personal en el supuesto éxito que imaginamos en otros: o estamos por encima, o por debajo o más o menos al mismo nivel.

Mientras mantenemos la atención en lo que ocurre fuera y alimentamos nuestros objetivos, nuestras motivaciones y nuestros pensamientos con carencias, necesidades, expectativas y prisas relegamos a un segundo plano la fuente y causa real que provoca ese malestar que nos lleva a correr como pollos sin cabeza.

No está mal tener objetivos en la vida, ya sean personales o profesionales. De hecho, en un trabajo de desarrollo personal es muy positivo pensar que podemos mejorar, que hay camino por recorrer. La dificultar de desarrollo aparece cuando ponemos el foco en el lugar equivocado.

La vida ocurre a nuestro alrededor todo el tiempo, en nuestro cuerpo todo el tiempo. Pero la manera de entenderla, lo que creemos que es verdad, bueno y necesario, así como lo que creemos es mentira, malo y a evitar, sólo existe en nuestra mente. Nuestra mente interpreta lo que ocurre a nuestro alrededor todo el tiempo. Esto no sería un obstáculo si viésemos las cosas con una mente clara, pero nuestra mente está en constante caos, ruido y engaño: fuera o, como mucho, en las capas superficiales de nuestro malestar.

Vivimos creyendo que sabemos lo que no sabemos, usamos nuestro caos mental como referencia y, claro, luego las cosas no cuadran y ni si quiera nos planteamos que hay un error de base.

Juzgamos las circunstancias que nos rodean basándonos en creencias, experiencias interpretadas y reinterpretadas y, aún cuando nos falta información para saber realmente lo que está pasando ahí fuera (sus causas, sus condiciones cooperantes, lo que eso puede significar para otros) creemos ciegamente que sí sabemos, que lo que vemos o experimentamos es lo que nuestra mente nos dice que es y reforzamos a cada paso la ilusión de que actuamos basados en hechos y no basados en ideas, prejuicios, miedos, preconcepciones y expectativas.

¿Realmente somos capaces de saber por qué alguien hace o dice algo?

¿Realmente podemos tener la certeza de que entendemos las situaciones a nuestro alrededor al cien por cien? ¿Estamos seguros de las consecuencias de largo alcance de las decisiones que tomamos cada día? Siempre nos falta información y siempre estamos asumiendo, esperando, interpretando... es a causa de perpetuar constantemente este engaño que seguimos creyendo que nuestra mente es la que nos informa de la verdad, en lugar de darnos cuenta de que nuestra mente simplemente interpreta la verdad de modo que cuadre con nuestra manera de entender el mundo que nos rodea.

Hay que ver el engaño

No importa cuantos minutos al día dediquemos a la meditación, al mindfulness o cualquier otra técnica para reconectar con el centro. Si no somos capaces de ver que fuera de la práctica volvemos a entrar en el engaño, esos diez o quince minutos de cerrar los ojos y respirar sólo nos sirven para coger impulso y seguir en el mismo loop de engaño, sufrimiento, extenuación, descanso, calma y de nuevo engaño, sufrimiento, extenuación... ¿lo ves?

Hace más de diez años el budismo llamó a mi puerta. El nivel de claridad y de responsabilidad que se plantaron delante mío fue abrumador... fue una llamada de atención muy potente, un trabajo muy intenso pero un mapa de ruta muy claro con unas explicaciones muy lógicas. Lo que me atrapó fue la constante necesidad de observación y práctica. En budismo no sirve de nada leer y estudiar, entender intelectualmente o creerse las cosas, hay que verlo por uno mismo. Es por eso que este camino tiene tantas instrucciones, antídotos para cada obstáculo y un detallado trabajo psicológico que te aparta de la fantasía, de la imaginería y de los artificios de cualquier otra religión.

Es lógico que no le cuadre a todo el mundo y mucho menos en la sociedad del ”fácil, rápido y a mi manera”, pero hay conceptos básicos que si fueran observados y comprendidos le darían un vuelco importante a muchas personas.

El paradigma me boicotea

Si realmente queremos ver dónde está la causa de esa carrera, de esa insatisfacción, de esa necesidad de más, mejor, diferente que nunca termina... si yo quiero parar y descansar de verdad mi mente, encontrar la motivación que se autoalimenta con amor y paz necesito entender que el paradigma desde el que me estoy moviendo es el que me está boicoteando.

Desde hace ya un año acompaño a mis alumnos en este camino de comprensión y auto-exploración, con los textos de la web, los artículos de estudio privados, el grupo de facebook y los vídeos intento transmitir estas comprensiones sin necesidad de entrar en rituales ni prácticas cien por cien budistas. Al final es psicología aplicada, no hay esoterismo ni teatro, no es necesario incienso, velas ni figuras del Buddha, es algo que podemos ver y practicar todos.

Para comprender todos estos conceptos: la mente condicionada, el sufrimiento inherente que parece que nunca desaparece del todo, las emociones negativas, la interpretación subjetiva de la realidad... así como la ecuanimidad, la compasión, la visión clara y la liberación del sufrimiento, creé el curso online en audio ”Retorno a la Presencia” [ya no disponible].

La ciencia y la psicología ya han demostrado lo que hace tiempo filosofías y religiones antiguas venían apuntando. Por fin hoy podemos hacer el trabajo de re-conexión, de comprensión y de desarrollo de la claridad mental sin tener que claudicar a dogmas de fe: simplemente hace falta observar y dejar que sea nuestra propia experiencia la que nos dé las respuestas.

Retorno a la presencia es un curso en audio con el que serás capaz de comprender dónde están los errores de percepción en tu experiencia vital, dónde se esconde la felicidad duradera y cómo ir quitando poco a poco las capas que han cubierto hasta hoy tu naturaleza esencial, tu naturaleza en equilibrio.

Ojalá que seamos cada vez más personas las que nos damos cuenta de que es necesario tomar conciencia del caos herrático en el que nos hemos inducido, no solo para nuestro equilibrio emocional sino también para construir sociedades más amorosas y pacíficas.

Muchas gracias Olaya por dejarme un rinconcito de tu web para llevar este mensaje a tus lectores.

Espero que te haya gustado este artículo de Lourdes. Si quieres iniciarte en mindfulness, Menteencalma te ofrece tres buenas opciones.

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Déjame contarte un cuento: ÍTACA

por Olaya M. Acebal Deja un comentario

Un cuento mindfulness

No sé a ti, pero a mí me encantan los cuentos... Estas aparentemente inocentes historias guardan en su interior una enorme sabiduría que nos puede ser de mucha ayuda en nuestro propio camino si nos decidimos a escucharlos con el corazón abierto. 

Hoy quiero contarte uno de mis favoritos: Ítaca de Konstantin Kavafis.

Para escucharlo, te recomiendo que:

  1. Tomes un par de respiraciones lentas y profundas,
  2. Le des al play y
  3. Lo disfrutes con los ojos cerrados...

Espero que te guste

https://menteencalma.com/wp-content/uploads/2016/12/Ítaca-con-música.mp3

Música: Angelic Forest de Doug Maxwell

Y por si te apetece contárselo a alguien, aquí te lo dejo.

¡Un fuerte abrazo!

 

ÍTACA

 

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo, lleno de peripecias, lleno de experiencias. No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes, ni la cólera del airado Poseidón. Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta si tu pensamiento es elevado, si una exquisita emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes y el feroz Poseidón no podrán encontrarte si tú no los llevas ya dentro, en tu alma, si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo, que sean muchos los días de verano; que te vean arribar con gozo, alegremente, a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia, y comprar unas bellas mercancías: madreperlas, coral, ébano, y ámbar, y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca: llegar allí, he aquí tu destino. Más no hagas con prisas tu camino; mejor será que dure muchos años, y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca: Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje. Sin ella, jamás habrías partido; más no tiene otra cosa que ofrecerte. Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia, sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

Konstantínos Kaváfis.

 

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Cómo reducir la ansiedad en Navidad

por Olaya M. Acebal Deja un comentario

Evitar la Ansiedad en Navidad

 

Se supone que la Navidad es tiempo de alegría y felicidad, pero para aproximadamente el 50% de la población supone un aumento del estrés y la ansiedad. Esa imagen de la familia feliz alrededor una mesa llena de ostentosos manjares y muchos regalos no se corresponde con la realidad de muchos. Identificar de antemano lo que nos estresa y planificar estrategias puede ayudarnos a vivir unas fiestas más relajadas.

 

Mindfulness nos enseña que la irritabilidad, la angustia o la sensación de vacío dependen realmente de cómo nos tomamos las cosas, de cómo nos posicionamos ante una situación concreta y no tanto de la circunstancia en sí misma.

Por ejemplo, nuestra idea prefabricada de “cómo debería ser la Navidad” tiene incidencia directa sobre cómo nos sentimos con respecto a nuestra Navidad concreta. Si tenemos ciertas creencias sobre cómo nos deberíamos sentir, qué aspecto debería tener todo, cómo se deberían comportar los demás o qué imagen debería dar, nos costará mucho más relajarnos y disfrutar.

Nada tiene que ser de ninguna forma especial, permítete sentirte como te sientes y permíteselo también a los demás. Obsesionarnos con lo que "no es correcto" de acuerdo con nuestras creencias de catálogo, secuestra nuestra atención y nos lleva a perdernos lo bueno que sí nos ofrecen ciertas situaciones.

Son muchos los factores estresores en estas fechas; ser capaz de identificarlos y tomar decisiones con antelación respecto a ellos nos ayudará a tomarnos las cosas de otra manera. El secreto está en alcanzar un equilibrio saludable entre coherencia personal y generosidad.

1. Los conflictos familiares

A muchos no les gusta la Navidad porque piensan que su cena de Nochebuena debería ser como un anuncio de El Almendro y la realidad va por otro lado. No existen las familias perfectas donde todo el mundo dice lo que piensa y nadie se enfada, donde todos beben lo justo, todos se alegran de ver a todos y siempre reina la paz y la armonía. No, en todas las casas cuecen habas. 

Trivializa un poco: ten en cuenta que es solo un día, un evento puntual que terminará en unas horas. Presta atención a quién estás haciendo feliz con tu presencia, busca la compañía de las personas con las que mejor te sientes y siéntete agradecida por poder pasar algo de tiempo con ellas.

Por otro lado, no te sientas obligada a tomar partido en los conflictos: cuando las cosas no dependen de ti, suelta el control y acepta (Mindfulness es especialmente útil para esto).

2. Gastos excesivos

Es frecuente que en Navidad acabemos gastando cantidades ingentes de dinero en regalos, eventos y delicatessen incluso cuando no nos viene nada bien

Si tu situación económica hace que regalar a todo quisqui sea un esfuerzo excesivo, pierde todo el sentido. ¿Tú querrías que alguien lo pasara mal por sentirse obligado a hacerte un regalo? Pues no te hagas a ti lo mismo. Incluso si, pudiendo, no estás de acuerdo con esa manera de hacer, no lo hagas: sé coherente contigo.

 Las costumbres están para romperlas o adaptarlas cuando las circunstancias ya no las justifican.

No pasa nada por expresar la circunstancia y proponer alternativas como un regalo por adulto y organizarse para ver quién regala a quién a modo de amigo invisible o sugerir que este año los regalos tengan más valor simbólico que económico (esto conlleva un esfuerzo extra de tiempo y dedicación y puede ser mucho más emotivo).

Te sorprenderá, pero seguro que muchos familiares piensan igual -aunque no se atreven a decirlo- y se sentirán aliviados con tu propuesta. En todo caso, valora tu situación económica, márcate un presupuesto sensato y cíñete a él. Nadie más que tú te obliga a gastar más de lo que puedes.

Igualmente, no es necesario cenar angulas, en internet puedes encontrar menús de Navidad deliciosos a precio razonable. De la misma forma, no te sientas obligado a asistir a todos los eventos: prioriza. Piensa en cuáles son importantes PARA TI.

3. Eventos sociales con personas a las que no me apetece ver.

Suele pasar que prestamos toda nuestra atención a aquellas personas que nos generan emociones menos agradables. Pero dentro de los grupos con los que nos vamos a encontrar en las fiestas seguro que hay gente a la que sí te apetece ver (si no, ¿para qué vas?); concédeles al menos la misma importancia que a los otros, busca estratégicamente su compañía y céntrate en ellos.

Por otro lado, muchas veces es nuestra tendencia a etiquetar la que nos aleja de la diversión y abre la puerta al tedio. Te propongo un experimento: dale a la gente la oportunidad de que te sorprenda. Si te toca sentarte al lado del pesado, observa con atención a ver si es posible que en algún momento diga algo realmente interesante. Si es el típico graciosillo, quizás sea capaz de entablar una conversación más seria si se le da la oportunidad…  Desafía tus (pre) juicios: hazlo como un juego, ¡quizás te sorprendas!

4. La silla vacía

Estas épocas suelen ser especialmente difíciles cuando ha fallecido recientemente un familiar y su ausencia sobresale por encima de la presencia de los que sí están.

Es normal echar de menos y que duela. Huir del dolor no es posible y pretenderlo aumenta el sufrimiento. Igualmente, tampoco podemos evitarle el dolor a los demás no expresando el nuestro; de hecho, establecer una especie de pacto de silencio tácito puede aumentar la tensión y la ansiedad y aumentar más la tristeza. Todo el mundo necesita transitar por su dolor y expresarlo: hacer el duelo.

Planificar de antemano con la familia y amigos la mejor manera de recordar y honrar al ser querido que falta puede ayudar: compartir recuerdos y la pena de la ausencia es mejor que evitar artificialmente el tema. Si es necesario, recurre a un profesional que te ayude a sobrellevar mejor esta situación, para eso están.

5. Compatibilizar trabajo, vacaciones infantiles y preparación de fiestas.

Organizar menús, asistir a la función de navidad de los niños, hacer malabarismos para comprar sin ellos cuando están de vacaciones,  organizar viajes, preparar comidas para tropecientos mientras continúas con el horario laboral puede llegar a convertirse en una gymkana infernal.

Aquí el secreto está en la organización. Ponte metas realistas y sé funcional; no te tortures innecesariamente proponiéndote ser la anfitriona perfecta -esas no trabajaban fuera de casa y tenían quien se lo hacía todo ;), además no es necesario-: simplifica, pide colaboración, compra online y que te entreguen a domicilio, recurre a comida preparada (hay virguerías hoy en día). Hazte la vida fácil.

Durante la época navideña, dedícate tiempo a ti y a lo que te gusta hacer. Da paseos, descansa y dedica unos minutos cada días a meditar para conectar con tu serenidad y tu equilibrio; te ayudará mucho a gestionar las situaciones complicadas.

 

Un abrazo,

Olaya

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Publicado en: Ansiedad, ansiedad social, ataque de ansiedad, Estrés, Mindfulness, Sin categoría Etiquetado como: ansiedad, ansiedad síntomas, ansiedad social, atención plena, calmar la ansiedad, mindfulness, mindfulness para reducir la ansiedad, vivesinansiedad, vivirsinansiedad

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Me presento

Mi nombre es Olaya Menéndez Acebal, soy Consultora Experta en Mindfulness, y me
dedico a ayudar a personas que se sienten limitadas por la ansiedad a reducirla de forma efectiva y natural a través de la práctica de mindfulness o atención plena.

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