Desde que tengo memoria y hasta bien entrados los 30, conviví con la ansiedad. La autoexigencia me tenía atrapada y bloqueada. Siempre estaba ahí para los demás y esforzándome por “ser la mejor”, porque creía que mi valor dependía de lo que otros opinaban de mí y de lo que hacía o lograba.

Me desvivía por superar expectativas; cada vez que cometía un error, me machacaba porque creía que así mejoraría, pero la realidad es que vivía con una constante sensación de insuficiencia.

Sin darme cuenta, me metí en una espiral de autoexigencia desmedida, frustración y autocrítica que minó mi confianza, me sumió en la vergüenza y me llenó de sufrimiento.

Hoy, las cosas son muy distintas. He logrado transformar  mi relación conmigo misma y, con ello, mi vida entera. Ahora me conozco, me comprendo y confío en mis capacidades.

Me permito fallar y pongo consciencia para que mis errores posibiliten aprendizajes en vez de minar mi confianza. Ya no asocio mi valía ni a mis “logros” ni a mis “fracasos”. Acojo mi imperfección, conozco y potencio mis dones y trabajo con paciencia y cariño en lo que tiene sentido mejorar.

Hoy soy mucho más feliz, aporto más y disfruto plenamente de mi vida y de mis relaciones.

Mi misión ahora es compartir contigo todo lo que he aprendido y las herramientas que me han ayudado a llegar hasta aquí. Quiero acompañarte en esta mágica aventura de construir una relación contigo misma que sea nutritiva, cálida y empoderante. Una relación que te permita sentirte a gusto en tu propia piel, dar lo mejor de ti misma y disfrutar de la vida como mereces