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Ejercicios de mindfulness para los que no tienen tiempo

por Olaya M. Acebal 4 comentarios

Estar muy ocupado no te impide practicar mindfulness. Este artículo encontrarás prácticas que no te roban tiempo para que puedas entrenar tu mente y tu atención incluso cuando no puedes dedicar ni un segundo extra a nada más. 

No tienes tiempo para nada. El trabajo, los desplazamientos, la logística familiar, los horarios – los tuyos y los de los demás-, los atascos, los imprevistos, los compromisos, hacer ejercicio, las tareas del hogar… .

Algunas personas me comentan que, en un mundo ideal sin duda dedicarían tiempo a descansar, cuidarse y meditar; sin embargo, su realidad es otra muy distinta: no les da la vida. Querrían practicar Mindfulness porque el ritmo que llevan les tiene angustiados, pero la sola idea de tener que encontrar momento para añadir otro ingrediente a su rutina les estresa todavía más.

Sin embargo, tampoco son capaces de abandonar la idea o posponerla; parece que todo conduce hacia ahí. Cada vez más conocidos afirman que lo practican y están encantados, no paran de toparse con anuncios y noticias sobre mindfulness y, además, algo dentro de ellos les dice que deberían probarlo… son demasiados los que hablan de las maravillas asociadas a su práctica, pero ¿cómo hacerlo?

¿Es este tu caso? Pues te traigo buenas noticias… Uno de los motivos del éxito mundial de Mindfulness es que se adapta a la realidad de cada persona. Incluso a la de esas personas que realmente están tan ocupadas que no tienen tiempo para más.

Cada caso es un mundo y, aunque en general contamos con más tiempo del que percibimos que tenemos (lo que sucede es que no somos conscientes de él o lo malgastamos), realmente hay épocas en la vida que no nos dan tregua… . Mindfulness tiene la virtud de poder practicarse incluso si estás hasta arriba. De hecho, es muy aconsejable hacerlo si ese es tu caso (¡por tu salud mental y física!).

Como ya habrás oído, la atención plena consiste en vivir en presente, pero ¿qué significa eso en realidad? Aunque requiere entrenamiento, es mucho más sencillo de lo que parece: traer nuestra mente a este instante, en lugar de pasarnos la jornada perdidos entre recuerdos del pasado y rumiaciones sobre el futuro mientras cumplimos con nuestras obligaciones presentes en modo piloto automático.

Mindfulness es volver al presente en vez de vivir perdidos en ensoñaciones sobre el pasado y el futuro mientras cumplimos con nuestras obligaciones en piloto automático

Si sigues mi blog, estarás al tanto de que la meditación “formal” sentada es la práctica central en Mindfulness; sin embargo, existen otros ejercicios muy interesantes y efectivos que no suponen tiempo extra y que también nos ayudan a estar más presentes en nuestra vida; son las llamadas prácticas de atención plena en la vida diaria.

Al final, mindfulness consiste en vivir atento, percibiendo lo que está pasando dentro y fuera de nosotros momento a momento, con aceptación y ecuanimidad. Si durante el día rescatas tu mente de ensoñaciones y la traes de vuelta a donde está tu cuerpo -al presente- estás practicando Mindfulness.

Si durante el día rescatas tu mente de ensoñaciones y la traes de vuelta con suavidad a donde está tu cuerpo -al presente- estás practicando mindfulness.

Como ves, la atención plena puede y debería aplicarse en todo momento del día. Hoy te traigo unas cuantas prácticas Mindfulness que puedes hacer desde ya para entrenar tu mente, aunque no tengas tiempo de sentarte a meditar (y si lo tienes también.)

  • Camina caminando

Seguro que en tu día a día te desplazas andado a varios sitios. Caminar puede resultar muy relajante, pero si tu mente está pensando en otras cosas, la relajación se esfuma.  Practicar mindfulness mientras andas consiste en prestar atención a tus cinco sentidos a medida que te mueves: siente el aire en tu cara, los olores, observa con curiosidad las cosas con las que te cruzas… Percibe el movimiento de tus rodillas y caderas y a la sensación del suelo bajo tus pies.

  • Come con atención plena

Saborea la comida en lugar de ingerirla de forma automática. Atiende a los colores, las formas y el sabor de lo que ingieres y, por supuesto, presta atención a tus sensaciones físicas; especialmente, a cómo evoluciona tu sensación de saciedad con cada bocado.

  • ¡No pierdas el tiempo esperando! 

¿Cuánto tiempo pasamos a la semana esperando a que nos atiendan? Tanto si estás haciendo cola como si te tienen en espera al teléfono, aprovecha para meditar. ¿Cómo? Cierra los ojos o deja la mirada descansando en una pared o el suelo y simplemente presta atención al aire entrando y saliendo de tus fosas nasales.

  • Si usas el transporte público, aprovecha

 Convierte el tiempo que pasas en el autobús, el tren o el metro en tiempo de entrenamiento. En lugar de consultar el correo o entrar en Facebook, ponte un audio de meditación en el móvil (al final de este otro artículo encontrarás uno) o simplemente cierra los ojos y lleva tu mente a la respiración y a las sensaciones físicas durante unos minutos. El traqueteo, la velocidad, las paradas y la aceleración se sienten claramente en el cuerpo.

  • Cuando hagas ejercicio físico, entrena también tu mente

Si nuestro cuerpo está en el gimnasio, pero la mente en la oficina o en casa estamos desaprovechando una ocasión para practicar mindfulness. Cuando hagas ejercicio, lleva tu atención a las sensaciones físicas del ejercicio y a la respiración.

El tai chi, yoga, chi kung o pilates sin duda favorecen el entrenamiento de la atención porque los movimientos son lentos y conscientes, pero puedes añadir consciencia a cualquier tipo de ejercicio con tu voluntad.

  • Dúchate practicando mindfulness

Las tareas que todos los días hacemos de forma automática, como lavarnos los dientes o ducharnos, son una ocasión perfecta para ejercitar nuestra atención. En lugar de ducharte pensando en lo que te espera dentro de un rato o en lo que te dijo no sé quién no sé cuándo prueba a atender al sonido del agua, a percibir su temperatura, a la sensación de ésta resbalando por las distintas partes de tu cuerpo, al olor del jabón, a la humedad o al masajito que te das con la toalla al secarte..., es decir, vive la experiencia de ducharte, dedica un instante a valorar el lujo que supone tener acceso ilimitado al agua potable.

  • Utiliza un avisador para volver al presente

Yo uso una aplicación gratuita llamada MindBell, pero hay muchas otras. Cada cierto tiempo -lo decides tú- suena de forma inesperada un agradable toquecito de campana que me permite darme cuenta de donde estaba mi mente y traerla de vuelta al momento presente. Yo, además, aprovecho la ocasión para regalarme un par de respiraciones profundas y conscientes, que me ayudan a descargar la tensión física y emocional acumulada. Estas microparadas son clave en la gestión del estrés y la ansiedad.

Como ves son muchas las oportunidades que nos brinda la vida para practicar mindfulness, solo tenemos que aprovecharlas. De hecho, ser practicante de atención plena implica vivir así: apostando por salir del piloto automático.

¿Quiere esto decir que en realidad no tiene sentido sentarse a meditar? ¡En absoluto! La meditación formal o sentada es una práctica tan fundamental como deliciosa que supone un entrenamiento profundo de la atención que no es sustituible, pero si realmente no tienes tiempo para sentarte existen alternativas como las que te he contado hoy para traer la mente al presente, gestionar mejor el estrés y disfrutar más de la vida.

Muchos nos hemos conducido en el pasado siguiendo la regla del todo o nada: “si no puedo hacer algo al 90% como mínimo, mejor no hacerlo”. Yo pensé así durante mucho tiempo, hasta que me di cuenta de que esa es una creencia muy limitante y, de hecho, falsa en la mayor parte de los campos. Realizar prácticas de atención plena en la vida diaria es infinitamente mejor que no hacer nada de nada para volver al presente, al igual que un paseo diario es mucho mejor que no moverse en absoluto cuando no se puede realizar un ejercicio más intenso.

Te animo a poner en práctica los ejercicios de este artículo. Empieza eligiendo  dos o tres que te resulten más atractivos y realízalos durante un tiempo. Una vez formen parte de tu rutina, introduce otro, y así…

Y si te apetece probar esto del Mindfulness y si cuentas con diez minutos al día, échale un ojo al RETO 21 DÍAS: un estupendo programa 100% online pensado para los que no tienen tiempo, pero desean introducirse en la práctica de forma guiada y sencilla, sin horarios ni desplazamientos.

Te mando un fuerte abrazo,

Olaya

Publicado en: Sin categoría

Un Maravilloso Ejercicio de Mindfulness

por Olaya M. Acebal Deja un comentario

¿Estrés o Ansiedad? Un ejercicio de mindfulness, por favor.

Hoy en día llevamos un trajín imposible, nos exigen (y nos exigimos) llegar a todo, ser perfectos, los más guapos, caer fenomenal, ascender, tener buen cuerpo, permanecer jóvenes, ser buenos padres, “progresar”… Esta carrera IMPOSIBLE puede terminar conduciéndonos a la ansiedad, al estrés y a la insatisfacción vital.

¿Sabías que las enfermedades crónicas relacionadas con el estrés son la principal causa de muerte en los países desarrollados? Eso dice un informe de la Organización Mundial de la Salud publicado en 2010. No es de extrañar si te paras a pensar en la cantidad de exigencias que nos ponen (y nos ponemos).

El estrés surge cuando sentimos que la demanda a la que estamos sometidos supera nuestros recursos para satisfacerla. A veces es así y es imperativo reducir el nivel inhumano de actividad; otras, es solo nuestra pobre percepción de los recursos de los que disponemos pero, en cualquier caso, el estrés no es gratis y prolongado en el tiempo puede tener consecuencias nada deseables como la aparición de enfermedades serias.

¿Te sientes estresada?

Pues actúa. No esperes a que el cuerpo te obligue a ello. Uno de las razones de ser de Menteencalma.com es convencerte de la necesidad de que te conviertas en gestor activo de tu salud y ayudarte a ello. El Mindfulness es una de las técnicas más eficaces contra el estrés y te propone sencillos ejercicios que, introducidos en tu día a día, pueden suponer un cambio sustancial.  Y quiero que experimentes un ejercicio de mindfulness por ti misma.

Hoy te propongo una breve y sencilla práctica que no te llevará más de dos minutos y, sin embargo, marcará la diferencia en tu día a día.

Prueba a hacerla esta semana todos los días, observa qué cambia y cuéntamelo. La práctica se llama STOP y solo te llevará dos minutos. El objetivo  es sacarte por unos instantes de ese círculo de inconsciencia y automatismo en el que vivimos.

Durante esos dos minutos de conciencia vuelves al aquí y al ahora a través de la respiración y el cuerpo. La respiración consciente y pausada te trae al presente y te ayuda a relajarte. Por unos instantes permites que el cuerpo, la mente y el corazón se escuchen.

Durante el ejercicio puede que descubras que estás apretando la mandíbula o el estómago. Quizás observes que tus hombros están levantados o sencillamente sientas hambre o cansancio. Lo importante es que recuerdes la necesidad de contactar con tu cuerpo y volver al presente.

Un ejercicio de mindfulness genial

Practica el STOP

Ponte una alarma en 2 momentos diferentes del día para detenerte unos instantes, respirar y observar lo que ocurre en ti…

Este ejercicio solo te llevará dos minutos y los beneficios son grandes. Te lo garantizo

Estos son los pasos a seguir:

Cuando suene la alarma, practica el STOP

  • S   Stop, detente… Si puedes levántate y sal de donde estés un minuto

  • T   Toma aire, respira lenta y profundamente un par de veces, alargando la             expiración…  

  • O  Observa con cariño y sin juicio las sensaciones que percibes en tu cuerpo, ¿qué sientes y dónde?

  • P   Prosigue con lo que estabas haciendo, continúa desde la consciencia

**Recuerda que observes lo que observes, está bien, es lo que hay. No lo rechaces, no te rechaces. Solo hazte consciente de ello. **


Deberás poner en marcha tu creatividad para poder adaptar este ejercicio de mindfulness a tus circunstancias y a cada momento. A veces no te será posible salir de donde estés, pero quizás puedas levantarte, otras puede que tengas que permanecer en tu silla. No pasa nada, el movimiento es -en realidad- interno; consiste en trasladar el foco de tu atención a la respiración y conectar con tu cuerpo durante unos instantes, y eso puede hacerse en cualquier momento.

Y lo que ya sería la bomba es que esta semana, además de hacer este breve ejercicio dos veces al día, reservases diez minutitos para sentarte a hacer la meditación guiada que encontrarás al final de mi artículo de la semana pasada. Así estarías combinando práctica formal e informal: la fórmula perfecta para reducir el estrés y la ansiedad.

Anímate a probar y cuéntame qué tal. Notarás la diferencia.

Un abrazo,

Olaya

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Publicado en: Ansiedad, Ejercicio de mindfulness, Estrés, Sin categoría Etiquetado como: ansiedad, ansiedad síntomas, ataque de ansiedad, ejercicio de mindfulness, estres, vivesinansiedad, vivirsinansiedad

La meditación es para valientes

por Olaya M. Acebal 6 comentarios

La meditación es para valientes

Meditar te parece raro, lo sé… quizás tan peculiar como ser vegetariano o vivir sin tele: una excentricidad como cualquier otra. Pero, al igual que hoy nos extraña lo que hace años era la norma, dentro de no mucho quizá sea nuestro pan de cada día lo que ahora consideramos extravagante. Así sucedió en su momento con el yoga o incluso con ir al gimnasio.

Meditar nos resulta raro porque -entre otras cosas- no sabemos qué es ni para qué sirve. Algunos lo relacionan con ciertas religiones, otros hemos tenido serios prejuicios sobre el tipo de personas que practican la meditación y la mayoría tiene ideas bastante equivocadas sobre en qué consiste la práctica en realidad.

Desmontando bulos

Son muchas las malas interpretaciones y los bulos que corren por ahí sobre la meditación. Desmontemos algunos...

Se dice que meditar es...

  • Dejar la mente en blanco. ¿A que tú también pensabas esto? 😉 Pero si pudiéramos dejar la mente en blanco a voluntad no habría ansiedades ni depresiones… Así que no, meditar no consiste en dejar la mente en blanco.
  • Una técnica de relajación. La relajación puede surgir a consecuencia de la meditación (aunque no siempre) o  podemos inducirla al principio de la práctica para abrir nuestra percepción aún más, pero meditar es mucho más que relajarse.
  • Pensar en positivo. En meditación no se pretende sustituir pensamientos negativos por otros positivos ni programar ningún tipo de idea. En relación a los pensamientos, el objetivo es que observes lo que piensas con algo de distancia.
  • Vacunarse contra las emociones o estar por encima de ellas. Todo lo contrario: se trata de ver qué estoy sintiendo y permitirme sentirlo con toda la intensidad.
  • Buscar un placentero estado de paz. Este estado surge algunas veces, pero no se puede forzar y es puñetero porque, si lo persigues, se esfuma. En todo caso, eso sería un subproducto de la meditación, pero en ningún caso el objetivo.
  • Practicar una nueva religión. No, ni si quiera es practicar una religión...
  • Darle vueltas a las cosas. Bueno, eso es meditar sobre algo, pero aquí nos referimos a la práctica contemplativa, que es otra cosa totalmente distinta.

En mi círculo más íntimo nadie medita, la verdad. Yo he sido <> o <> -depende de para quién, jeje-. Al principio mi familia y amigos se extrañaron e incluso generó cierto recelo porque algunas personas se sienten verdaderamente incómodas cuando otros pululan por territorios que rebasan el perímetro de lo que su mente considera lo normal (no exagero si digo que algunos hubiesen aceptado mejor que me hubiera dado por hacer puenting...). Más tarde todo se normaliza y se respeta e incluso llega a generar curiosidad.

Pero, ¿realmente da para tanto revuelo el sentarse unos minutos con los ojos cerrados a observar? Tan cierto es que lo desconocido asusta un poco -por sencillo e inofensivo que sea- como que esto no es para todo el mundo o que algunas personas no están a día de hoy en disposición de entender la utilidad de esta práctica (yo misma no lo estuve durante mucho tiempo). Muchos otros simplemente huyen -incluso de forma inconsciente- de la sola idea de quedarse a solas consigo mismos. Y es que meditar es para valientes 😉

En lo que a mí respecta, lo que la meditación me ha aportado y me aporta es tan real, tan válido y substancioso (no solo a nivel de gestión de la ansiedad sino en muchos otros sentidos) que mi relación con ella -conmigo- está muy por encima de la opinión que la práctica genere.

¿Qué es meditar para mí?

Hoy no quiero detenerme en la definición oficial (observar sin juicio lo que sucede aquí y ahora) ni hablarte de estudios científicos,  hoy quiero contarte lo que es meditar para mí.

Para mí meditar es...

  • Aprender a estar conmigo misma, que no es siempre fácil. “Pero si estoy conmigo desde que nací” -pensarás- Pues no… Si lo piensas con detenimiento, ¿cuánto tiempo has pasado contigo realmente, prestándote atención de verdad, sin distracciones -ni música, ni tele, ni whatsapp-, echando un ojo a qué tipo de pensamientos piensas o a cuál es esa emoción que lleva tiempo acompañándote...? Apuesto a que muy poco...
  • Perderme el miedo. ¿Que no te tienes miedo a ti, dices? Si te miras con ojos honestos, reconocerás que ante el mínimo sentimiento desagradable- (preocupación, tristeza, rabia, rencor, celos…) sales corriendo a consultar el Facebook, te pones la radio, abres la nevera, te vas de compras, o quedas para tomarte una caña… Eso se llama huir… no pasa nada, es humano, lo hacemos todos, pero solo se huye de aquello a lo que se le tiene miedo…
  • Aprender a quererme. Encontrar un tiempo y un espacio para escucharme me permite construir una relación de intimidad conmigo misma. En ese lugar puedo darme cuenta de lo que realmente necesito y dármelo. Por otro lado, el compromiso de asistir a esa cita diaria conmigo me inculca el auto respeto y, si yo me respeto, es más complicado que permita que los demás no lo hagan.
  • Recordarme mi coraje. Exponerme durante unos minutos a sentir de verdad la ira, el rencor, la tristeza o el vacío que haya dentro de mí en ese momento en lugar de ignorarlo, reprimirlo o evadirme requiere una considerable dosis de valentía, créeme. Además, me ayuda a comprobar una y otra vez que temo mucho más a lo que imagino que son las cosas que a las cosas en sí mismas.
  • Comprender y aceptar lo que no me gusta de mí para poder cambiarlo. Es imposible cambiar lo que no me perdono, lo que me echo en cara o lo que no comprendo porque cuando lo que me empuja al cambio es el rechazo, el cambio no dura, no es real.
  • Trabajar por mi serenidad en vez de simplemente desearla. Entrenando la atención a la respiración y con distintas técnicas enseño a mi cuerpo a calmarse a sí mismo, a generar la serenidad que necesita. Échale un vistazo a este artículo
  • Entrenarme en una disciplina amable. Para conseguir casi todo en esta vida hace falta un mínimo de disciplina y tesón. Yo siempre he pensado que soy poco disciplinada y, mira… qué más disciplina que sentarse todos los días unos minutos a observar (aunque a veces no apetezca).
  • Trabajar por neutralizar aquello de mí que causa dolor tanto a mí como a los demás: mis reacciones automáticas, mis emociones reprimidas..., etc. ¿Quiere esto decir que desde que medito ya no salto? No..., pero salto con menos frecuencia, a menor altura y las aguas vuelven antes a su cauce... Y ya no me torturo porque haya sucedido porque ahora comprendo que no pudo ser de otra manera y que lo único que está en mi mano es seguir trabajando para ampliar mi conciencia.
  • Comprenderme para comprenderte a ti mejor. Es muy difícil empatizar de corazón con el prójimo cuando uno no es capaz de comprenderse ni a sí mismo.
  • Rescatar mi creatividad. Yo pensaba que no era muy creativa, pero ufff ¡no es cierto! Meditando a veces accedo a ese espacio donde las  ideas existen libremente y yo puedo verlas bailar. Muchas buenas ideas me han surgido meditando.
  • Acceder a ese lugar esencial donde es posible sentir que, pase lo que pase, podré volver a estar estar bien porque algo dentro de mí es inalterable.
  • Recordar que el sufrimiento surge cuando me resisto a sentir el dolor y que el camino pasa por dejar de luchar contra él cuando aparece para que pueda marcharse cuando haya cumplido su función.
  • Acercarme a mi inconsciente, que guarda las claves de por qué soy como soy, por qué persigo lo que persigo y temo lo que temo.
  • Meditar es entrenarme es permanecer aquí y ahora, en el momento presente. Esa capacidad es la que me permite disfrutar verdaderamente de la vida.

El silencio guarda muchos misterios y grandes tesoros sobre cada uno de nosotros y sobre todo lo que Es. Meditando me siento a esperar que de vez en cuando se me desvele un trocito de alguno que me permita comprenderme mejor para ser más feliz, que es a lo que he venido aquí.

Un regalito

Quiero hacerte un regalo. Si te apetece empezar a meditar, aquí tienes una sencilla práctica guiada de atención a la respiración para que te inicies. Puedes descargarla y escucharla donde y cuando quieras. Recuerda que, como toda práctica, requiere continuidad para experimentar beneficios permanentes. Espero que te guste.

https://menteencalma.com/wp-content/uploads/2017/01/Anteción-a-la-respiración-con-intro.mp3

Y, si te gusta, y te apetece iniciarte en esto del mindfulness conmigo, échale un vistazo al RETO 21 DÍAS o contactarme para un acompañamiento personalizado.

Un abrazo,

Olaya

 

 

Publicado en: Autoconocimiento, meditación, Sin categoría Etiquetado como: ansiedad, atención plena, ejercicio de mindfulness, meditación, mente en blanco, mindfulness, vivir sin ansiedad, vivirsinansiedad

La Meditación no es un Paracetamol

por Olaya M. Acebal Deja un comentario

Meditación y Mindfulness

Este artículo está escrito por una autora invitada. Te la presento: Lourdes Perez de SlowLou, Activadora de conciencias, mentora y guía en el camino hacia la liberación mental. 

 

archipielagoTras más de una década volcada en comprender y experimentar lo que llama el funcionamiento secreto de la mente, Lou utiliza la meditación profunda y la psicología budista como herramientas para entender qué significa de verdad ser feliz y cómo liberarnos de la insatisfacción que nos mueve a correr como pollos sin cabeza.

Te dejo con ella...

 

Muchos alumnos me preguntan cómo pueden mantener la calma y la ecuanimidad en la carrera diaria de trabajo, familia, obligaciones sociales, planes, objetivos, etc.

Es común en el mundo occidental usar la meditación o el mindfulness como un paracetamol: una cura momentánea y externa a un problema recurrente e interno.

Vivimos en una sociedad y en un momento en el que se glorifica el hacer y el conseguir. Medimos el éxito de una persona por sus logros profesionales, económicos y sociales. No llegamos ni a cuestionarnos lo que ocurre en las capas menos superficiales, las capas emocionales y mentales de las personas que consideramos de éxito. De este modo creamos un halo de atracción hacia la forma, hacia las apariencias y dejamos de lado lo que supone a niveles más profundos estar a la altura del estándar que nosotros mismos hemos dibujado en nuestra imaginación.

Las expectativas que ponemos sobre nosotros mismos y sobre los demás no son más que ideas que aparecen en nuestra mente basadas en comparaciones, miedos, juicios y necesidades de más y mejor. Basamos nuestro éxito personal en el supuesto éxito que imaginamos en otros: o estamos por encima, o por debajo o más o menos al mismo nivel.

Mientras mantenemos la atención en lo que ocurre fuera y alimentamos nuestros objetivos, nuestras motivaciones y nuestros pensamientos con carencias, necesidades, expectativas y prisas relegamos a un segundo plano la fuente y causa real que provoca ese malestar que nos lleva a correr como pollos sin cabeza.

No está mal tener objetivos en la vida, ya sean personales o profesionales. De hecho, en un trabajo de desarrollo personal es muy positivo pensar que podemos mejorar, que hay camino por recorrer. La dificultar de desarrollo aparece cuando ponemos el foco en el lugar equivocado.

La vida ocurre a nuestro alrededor todo el tiempo, en nuestro cuerpo todo el tiempo. Pero la manera de entenderla, lo que creemos que es verdad, bueno y necesario, así como lo que creemos es mentira, malo y a evitar, sólo existe en nuestra mente. Nuestra mente interpreta lo que ocurre a nuestro alrededor todo el tiempo. Esto no sería un obstáculo si viésemos las cosas con una mente clara, pero nuestra mente está en constante caos, ruido y engaño: fuera o, como mucho, en las capas superficiales de nuestro malestar.

Vivimos creyendo que sabemos lo que no sabemos, usamos nuestro caos mental como referencia y, claro, luego las cosas no cuadran y ni si quiera nos planteamos que hay un error de base.

Juzgamos las circunstancias que nos rodean basándonos en creencias, experiencias interpretadas y reinterpretadas y, aún cuando nos falta información para saber realmente lo que está pasando ahí fuera (sus causas, sus condiciones cooperantes, lo que eso puede significar para otros) creemos ciegamente que sí sabemos, que lo que vemos o experimentamos es lo que nuestra mente nos dice que es y reforzamos a cada paso la ilusión de que actuamos basados en hechos y no basados en ideas, prejuicios, miedos, preconcepciones y expectativas.

¿Realmente somos capaces de saber por qué alguien hace o dice algo?

¿Realmente podemos tener la certeza de que entendemos las situaciones a nuestro alrededor al cien por cien? ¿Estamos seguros de las consecuencias de largo alcance de las decisiones que tomamos cada día? Siempre nos falta información y siempre estamos asumiendo, esperando, interpretando... es a causa de perpetuar constantemente este engaño que seguimos creyendo que nuestra mente es la que nos informa de la verdad, en lugar de darnos cuenta de que nuestra mente simplemente interpreta la verdad de modo que cuadre con nuestra manera de entender el mundo que nos rodea.

Hay que ver el engaño

No importa cuantos minutos al día dediquemos a la meditación, al mindfulness o cualquier otra técnica para reconectar con el centro. Si no somos capaces de ver que fuera de la práctica volvemos a entrar en el engaño, esos diez o quince minutos de cerrar los ojos y respirar sólo nos sirven para coger impulso y seguir en el mismo loop de engaño, sufrimiento, extenuación, descanso, calma y de nuevo engaño, sufrimiento, extenuación... ¿lo ves?

Hace más de diez años el budismo llamó a mi puerta. El nivel de claridad y de responsabilidad que se plantaron delante mío fue abrumador... fue una llamada de atención muy potente, un trabajo muy intenso pero un mapa de ruta muy claro con unas explicaciones muy lógicas. Lo que me atrapó fue la constante necesidad de observación y práctica. En budismo no sirve de nada leer y estudiar, entender intelectualmente o creerse las cosas, hay que verlo por uno mismo. Es por eso que este camino tiene tantas instrucciones, antídotos para cada obstáculo y un detallado trabajo psicológico que te aparta de la fantasía, de la imaginería y de los artificios de cualquier otra religión.

Es lógico que no le cuadre a todo el mundo y mucho menos en la sociedad del ”fácil, rápido y a mi manera”, pero hay conceptos básicos que si fueran observados y comprendidos le darían un vuelco importante a muchas personas.

El paradigma me boicotea

Si realmente queremos ver dónde está la causa de esa carrera, de esa insatisfacción, de esa necesidad de más, mejor, diferente que nunca termina... si yo quiero parar y descansar de verdad mi mente, encontrar la motivación que se autoalimenta con amor y paz necesito entender que el paradigma desde el que me estoy moviendo es el que me está boicoteando.

Desde hace ya un año acompaño a mis alumnos en este camino de comprensión y auto-exploración, con los textos de la web, los artículos de estudio privados, el grupo de facebook y los vídeos intento transmitir estas comprensiones sin necesidad de entrar en rituales ni prácticas cien por cien budistas. Al final es psicología aplicada, no hay esoterismo ni teatro, no es necesario incienso, velas ni figuras del Buddha, es algo que podemos ver y practicar todos.

Para comprender todos estos conceptos: la mente condicionada, el sufrimiento inherente que parece que nunca desaparece del todo, las emociones negativas, la interpretación subjetiva de la realidad... así como la ecuanimidad, la compasión, la visión clara y la liberación del sufrimiento, creé el curso online en audio ”Retorno a la Presencia” [ya no disponible].

La ciencia y la psicología ya han demostrado lo que hace tiempo filosofías y religiones antiguas venían apuntando. Por fin hoy podemos hacer el trabajo de re-conexión, de comprensión y de desarrollo de la claridad mental sin tener que claudicar a dogmas de fe: simplemente hace falta observar y dejar que sea nuestra propia experiencia la que nos dé las respuestas.

Retorno a la presencia es un curso en audio con el que serás capaz de comprender dónde están los errores de percepción en tu experiencia vital, dónde se esconde la felicidad duradera y cómo ir quitando poco a poco las capas que han cubierto hasta hoy tu naturaleza esencial, tu naturaleza en equilibrio.

Ojalá que seamos cada vez más personas las que nos damos cuenta de que es necesario tomar conciencia del caos herrático en el que nos hemos inducido, no solo para nuestro equilibrio emocional sino también para construir sociedades más amorosas y pacíficas.

Muchas gracias Olaya por dejarme un rinconcito de tu web para llevar este mensaje a tus lectores.

Espero que te haya gustado este artículo de Lourdes. Si quieres iniciarte en mindfulness, Menteencalma te ofrece tres buenas opciones.

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  • Entrenamiento Si ya has comprobado lo bien que te sienta la práctica, pero no consigues instaurar un hábito o  quieres ejercicios nuevos con las que profundizar, Mindful365 es el programa que necesitas.

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Déjame contarte un cuento: ÍTACA

por Olaya M. Acebal Deja un comentario

Un cuento mindfulness

No sé a ti, pero a mí me encantan los cuentos... Estas aparentemente inocentes historias guardan en su interior una enorme sabiduría que nos puede ser de mucha ayuda en nuestro propio camino si nos decidimos a escucharlos con el corazón abierto. 

Hoy quiero contarte uno de mis favoritos: Ítaca de Konstantin Kavafis.

Para escucharlo, te recomiendo que:

  1. Tomes un par de respiraciones lentas y profundas,
  2. Le des al play y
  3. Lo disfrutes con los ojos cerrados...

Espero que te guste

https://menteencalma.com/wp-content/uploads/2016/12/Ítaca-con-música.mp3

Música: Angelic Forest de Doug Maxwell

Y por si te apetece contárselo a alguien, aquí te lo dejo.

¡Un fuerte abrazo!

 

ÍTACA

 

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo, lleno de peripecias, lleno de experiencias. No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes, ni la cólera del airado Poseidón. Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta si tu pensamiento es elevado, si una exquisita emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes y el feroz Poseidón no podrán encontrarte si tú no los llevas ya dentro, en tu alma, si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo, que sean muchos los días de verano; que te vean arribar con gozo, alegremente, a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia, y comprar unas bellas mercancías: madreperlas, coral, ébano, y ámbar, y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca: llegar allí, he aquí tu destino. Más no hagas con prisas tu camino; mejor será que dure muchos años, y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca: Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje. Sin ella, jamás habrías partido; más no tiene otra cosa que ofrecerte. Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia, sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

Konstantínos Kaváfis.

 

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Cómo reducir la ansiedad en Navidad

por Olaya M. Acebal Deja un comentario

Evitar la Ansiedad en Navidad

 

Se supone que la Navidad es tiempo de alegría y felicidad, pero para aproximadamente el 50% de la población supone un aumento del estrés y la ansiedad. Esa imagen de la familia feliz alrededor una mesa llena de ostentosos manjares y muchos regalos no se corresponde con la realidad de muchos. Identificar de antemano lo que nos estresa y planificar estrategias puede ayudarnos a vivir unas fiestas más relajadas.

 

Mindfulness nos enseña que la irritabilidad, la angustia o la sensación de vacío dependen realmente de cómo nos tomamos las cosas, de cómo nos posicionamos ante una situación concreta y no tanto de la circunstancia en sí misma.

Por ejemplo, nuestra idea prefabricada de “cómo debería ser la Navidad” tiene incidencia directa sobre cómo nos sentimos con respecto a nuestra Navidad concreta. Si tenemos ciertas creencias sobre cómo nos deberíamos sentir, qué aspecto debería tener todo, cómo se deberían comportar los demás o qué imagen debería dar, nos costará mucho más relajarnos y disfrutar.

Nada tiene que ser de ninguna forma especial, permítete sentirte como te sientes y permíteselo también a los demás. Obsesionarnos con lo que "no es correcto" de acuerdo con nuestras creencias de catálogo, secuestra nuestra atención y nos lleva a perdernos lo bueno que sí nos ofrecen ciertas situaciones.

Son muchos los factores estresores en estas fechas; ser capaz de identificarlos y tomar decisiones con antelación respecto a ellos nos ayudará a tomarnos las cosas de otra manera. El secreto está en alcanzar un equilibrio saludable entre coherencia personal y generosidad.

1. Los conflictos familiares

A muchos no les gusta la Navidad porque piensan que su cena de Nochebuena debería ser como un anuncio de El Almendro y la realidad va por otro lado. No existen las familias perfectas donde todo el mundo dice lo que piensa y nadie se enfada, donde todos beben lo justo, todos se alegran de ver a todos y siempre reina la paz y la armonía. No, en todas las casas cuecen habas. 

Trivializa un poco: ten en cuenta que es solo un día, un evento puntual que terminará en unas horas. Presta atención a quién estás haciendo feliz con tu presencia, busca la compañía de las personas con las que mejor te sientes y siéntete agradecida por poder pasar algo de tiempo con ellas.

Por otro lado, no te sientas obligada a tomar partido en los conflictos: cuando las cosas no dependen de ti, suelta el control y acepta (Mindfulness es especialmente útil para esto).

2. Gastos excesivos

Es frecuente que en Navidad acabemos gastando cantidades ingentes de dinero en regalos, eventos y delicatessen incluso cuando no nos viene nada bien

Si tu situación económica hace que regalar a todo quisqui sea un esfuerzo excesivo, pierde todo el sentido. ¿Tú querrías que alguien lo pasara mal por sentirse obligado a hacerte un regalo? Pues no te hagas a ti lo mismo. Incluso si, pudiendo, no estás de acuerdo con esa manera de hacer, no lo hagas: sé coherente contigo.

 Las costumbres están para romperlas o adaptarlas cuando las circunstancias ya no las justifican.

No pasa nada por expresar la circunstancia y proponer alternativas como un regalo por adulto y organizarse para ver quién regala a quién a modo de amigo invisible o sugerir que este año los regalos tengan más valor simbólico que económico (esto conlleva un esfuerzo extra de tiempo y dedicación y puede ser mucho más emotivo).

Te sorprenderá, pero seguro que muchos familiares piensan igual -aunque no se atreven a decirlo- y se sentirán aliviados con tu propuesta. En todo caso, valora tu situación económica, márcate un presupuesto sensato y cíñete a él. Nadie más que tú te obliga a gastar más de lo que puedes.

Igualmente, no es necesario cenar angulas, en internet puedes encontrar menús de Navidad deliciosos a precio razonable. De la misma forma, no te sientas obligado a asistir a todos los eventos: prioriza. Piensa en cuáles son importantes PARA TI.

3. Eventos sociales con personas a las que no me apetece ver.

Suele pasar que prestamos toda nuestra atención a aquellas personas que nos generan emociones menos agradables. Pero dentro de los grupos con los que nos vamos a encontrar en las fiestas seguro que hay gente a la que sí te apetece ver (si no, ¿para qué vas?); concédeles al menos la misma importancia que a los otros, busca estratégicamente su compañía y céntrate en ellos.

Por otro lado, muchas veces es nuestra tendencia a etiquetar la que nos aleja de la diversión y abre la puerta al tedio. Te propongo un experimento: dale a la gente la oportunidad de que te sorprenda. Si te toca sentarte al lado del pesado, observa con atención a ver si es posible que en algún momento diga algo realmente interesante. Si es el típico graciosillo, quizás sea capaz de entablar una conversación más seria si se le da la oportunidad…  Desafía tus (pre) juicios: hazlo como un juego, ¡quizás te sorprendas!

4. La silla vacía

Estas épocas suelen ser especialmente difíciles cuando ha fallecido recientemente un familiar y su ausencia sobresale por encima de la presencia de los que sí están.

Es normal echar de menos y que duela. Huir del dolor no es posible y pretenderlo aumenta el sufrimiento. Igualmente, tampoco podemos evitarle el dolor a los demás no expresando el nuestro; de hecho, establecer una especie de pacto de silencio tácito puede aumentar la tensión y la ansiedad y aumentar más la tristeza. Todo el mundo necesita transitar por su dolor y expresarlo: hacer el duelo.

Planificar de antemano con la familia y amigos la mejor manera de recordar y honrar al ser querido que falta puede ayudar: compartir recuerdos y la pena de la ausencia es mejor que evitar artificialmente el tema. Si es necesario, recurre a un profesional que te ayude a sobrellevar mejor esta situación, para eso están.

5. Compatibilizar trabajo, vacaciones infantiles y preparación de fiestas.

Organizar menús, asistir a la función de navidad de los niños, hacer malabarismos para comprar sin ellos cuando están de vacaciones,  organizar viajes, preparar comidas para tropecientos mientras continúas con el horario laboral puede llegar a convertirse en una gymkana infernal.

Aquí el secreto está en la organización. Ponte metas realistas y sé funcional; no te tortures innecesariamente proponiéndote ser la anfitriona perfecta -esas no trabajaban fuera de casa y tenían quien se lo hacía todo ;), además no es necesario-: simplifica, pide colaboración, compra online y que te entreguen a domicilio, recurre a comida preparada (hay virguerías hoy en día). Hazte la vida fácil.

Durante la época navideña, dedícate tiempo a ti y a lo que te gusta hacer. Da paseos, descansa y dedica unos minutos cada días a meditar para conectar con tu serenidad y tu equilibrio; te ayudará mucho a gestionar las situaciones complicadas.

 

Un abrazo,

Olaya

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10 argumentos científicos para practicar mindfulness

por Olaya M. Acebal 6 comentarios

Mindfulness cambia tu cerebro

Has oído hablar del Mindfulness en multitud de ocasiones, sabes que practicarlo conlleva mayor bienestar y calma, pero tu mente necesita pruebas, datos, una explicación convincente. Aquí tienes 10 argumentos científicos para empezar a practicar la atención plena. Si alguna vez se te ha pasado por la cabeza que meditar es una pérdida de tiempo, cuando acabes de leer este artículo tu opinión habrá cambiado por completo.

El cerebro es maleable: puede cambiar

"Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro." Santiago Ramón y Cajal

Hace años se pensaba que el cerebro y sus conexiones neuronales se fijaban durante los primeros años de vida, permanecían inalterables durante la edad adulta y solo cambiaban para entrar en declive una vez ancianos o a resultas de algún daño.

Hoy en día se sabe que el cerebro tiene la capacidad de formar nuevas conexiones y generar neuronas nuevas a lo largo de toda la vida. Esta facultad es conocida como neuroplasticidad y supone que nuestro cerebro puede seguir evolucionando hasta el fin de nuestros días si lo entrenamos y lo estimulamos.

De esto se deduce que, efectivamente, tenemos al alcance la posibilidad de esculpir nuestro cerebro para que desarrolle nuevas funciones y conexiones que nos conduzcan a habilidades y aprendizajes inéditos y quién sabe a qué más.

La meditación cambia el cerebro

La meditación es una forma de entrenamiento mental cuyos beneficios y efectos están siendo investigadas por científicos de todo el mundo. Son ya innumerables los estudios que hablan de sus beneficios a distintos niveles.

Los estudios convergen en una misma idea: meditar modifica la estructura física del cerebro, optimiza su funcionamiento y retrasa el deterioro.

El resultado que arrojan estos estudios es lo que necesitan los escépticos. Y si tú eres uno de ellos, estás de suerte: ya no tienes que fiarte del testimonio de los que meditamos cuando te decimos que nos sentimos mucho mejor, que llevamos una vida más serena, que nos tomamos las cosas de otra manera, confiamos más en nosotros mismos y en nuestras posibilidades. No, ya no tienes que “creerte” nada.

Ahora cuentas con argumentos científicos que explican por sí solos por qué cada vez son más los neurólogos, psiquiatras, psicólogos y médicos de medicina general que practican y recetan Mindfulness a sus pacientes con ansiedad y estrés.

A continuación encontrarás 10 afirmaciones realizadas por científicos y respaldadas por estudios e investigaciones llevados a en las principales universidades y centros de investigación del mundo.

Diez argumentos científicos para practicar Mindfulness

 1. La meditación reduce el estrés y la ansiedad.

Las personas con ansiedad, depresión o estrés presentan mucha activación de la zona prefrontal derecha del córtex. Sin embargo, las personascnx_psych_08_02_brain contentas y habitualmente relajadas (que las hay) presentan mayor actividad en el lado izquierdo.

Los estudios llevados a cabo por numerosos organismos, desde la Asociación Americana de Psiquiatría o el National Centre for Biotechnology, han demostrado que tras meditar durante ocho semanas se produce un aumento en la activación de la zona izquierda del córtex en individuos que, antes de iniciar la práctica, tenían más activada la zona derecha. También han detectado una reducción de la materia gris en aquellas zonas relacionadas con el estrés y la ansiedad.

Por otro lado, un estudio realizado en el hospital John Hopkings con 3515 participantes concluyó que el efecto de la práctica de Mindfulness sobre el estrés y la ansiedad era comparable al efecto de los antidepresivos.

2. El Mindfulness aumenta la sensación general del bienestar

Los meditadores experimentados son menos propensos a enfadarse, sorprenderse, frustrarse o a sentirse impactados por los acontecimientos que otras personas.

Paul Ekman, Centro Médico de la Universidad de California

La amígdala es una parte del cerebro que juega un papel clave en el procesamiento y grabación de las emociones, especialmente del miedo. La amígdala está directamente involucrada en las reacciones ansiosas de lucha o huye. Varios científicos han encontrado indicios de que la meditación influye en la amígdala reduciendo su tamaño y actividad.

Estos datos nos ayudan a comprender por qué al introducir la meditación y la atención plena en nuestra vida comenzamos a experimentar serenidad y calma.

3.Meditar aumenta la concentración, la atención y la capacidad para trabajar bajo presión.

Los meditadores muestran un mayor grosor en zonas del cerebro relacionadas con la atención, la memoria de trabajo, la toma de decisiones y la resolución de problemas. Este aumento del grosor es proporcional al tiempo invertido en la práctica, pero parece ser que, tras solo 4 días de meditación, ya es posible observar una mejora en alguna de estas funciones.

La memoria de trabajo es una de ellas y tiene que ver con nuestra capacidad de satisfacer demandas y regular las emociones. En un situación de estrés esta capacidad se reduce de forma notable por lo que recurrir a prácticas de mindfulness puede ser de mucha utilidad para recuperar claridad mental.

Al meditar entrenamos la atención en un objeto concreto (la respiración, las sensaciones físicas, las emociones u otro). Trasladada a la vida real, esta capacidad nos permite realizar de forma más efectiva las tareas del día a día. Este es el motivo por el que son ya numerosas las empresas que ofrecen entrenamientos en Mindfulness a sus empleados. Su práctica aumenta la concentración y la capacidad de mantener el foco, mejora la claridad mental en la toma de decisiones y aumenta la creatividad en la resolución de problemas.

Y lo mejor es que, si la meditación se convierte en un hábito, los cambios en el cerebro se vuelven definitivos.

4. Incrementa la velocidad a la que nuestro cerebro procesa la información

Eileen Luders, profesora del laboratorio de neuroimagen de la Universidad de California ha comprobado que los cerebros de meditadores experimentados muestran un mayor número de circunvoluciones en el coórtex que los cerebros de no meditadores. Las circunvoluciones son esos pliegues del cerebro que le dan su apariencia característica. Pues bien, los neurólogos han determinado que el número de pliegues tiene relación directa con la velocidad a la que el cerebro procesa la información.

5. La meditación puede mejorar el sistema inmunológico

La mayoría de las enfermedades entran cuando usted no está presente en su cuerpo. Si el amo no está en la casa, todo tipo de personajes sombríos se alojarán en ella. Eckhart Tolle

Otras de los importantes beneficios de la meditación es el fortalecimiento de nuestro sistema de protección. A esa conclusión llegaron los doctores Richard Davidson y Jon Kabat-Zinn tras una investigación en la que se inoculó una vacuna a dos grupos de personas: unos eran meditadores y otros no. Varias semanas después, las mediciones demostraron que los meditadores mostraban niveles de anticuerpos significativamente mayores.

Por otra parte, un estudio de Harvard Medical School demostró que, tras la práctica de yoga y meditación, mejoraba la producción de energía en la mitocondria, su consumo y resiliencia. Esta mejora supone un incremento de la inmunidad del sistema inmunológico y de la resistencia al estrés.

6. Aumenta tu estabilidad emocional.

La meditación aumenta el volumen de las áreas cerebrales relacionadas con las emociones (el hipocampo, la corteza órbito-frontal, el tálamo y el giro temporal inferior). Las personas que meditan de forma regular tienen mayor habilidad para cultivar emociones positivas.

El hecho de ser capaz de mantener cierta estabilidad emocional nos permite afrontar con mayor fortaleza los imprevistos de la vida, ejecutar con mayor efectividad nuestras tareas y relacionarnos de forma más sana y eficaz con quienes nos rodean, lo que termina redundando en una mayor sensación de bienestar.

7. Meditar te ayuda a ser más creativo 

Como hemos afirmado en otras ocasiones, todos somos seres creativos, pero muchas veces la mente de mono o cháchara mental, nuestros miedos y la inestabilidad de nuestras emociones suponen una barrera para acceder a nuestra creatividad innata.

Pues bien, se sabe que la práctica del mindfulness reduce la rigidez mental y aumenta la creatividad reduciendo la tendencia a recurrir a patrones de pensamiento habituales y promoviendo el pensamiento divergente. ¿Qué es el pensamiento divergente? Pues pensar relacionando distintos elementos para generar nuevas ideas.

En 2012 científicos de la Universidad de Groningen en Dakota del Norte descubrieron que tas 10 minutos de meditación mejoraba la capacidad de resolver problemas de forma creativa.

8. Ralentiza el envejecimiento del celular

Reducción de los telómeros a medida que la célula se divide (ilustración de www.wholehealthinsider.com)

Reducción de los telómeros a medida que la célula se divide (ilustración de www.wholehealthinsider.com)

El envejecimiento de nuestras células se debe en parte a la reducción de los telómeros, una secuencia al final de los cromosomas que se hacen más cortas cada vez que una célula se divide. Cuando los telómeros alcanzan un nivel determinado, la célula ya no puede dividirse más y termina muriendo.

Existe una enzima, la telomerasa, que es capaz de reconstruir y alargar los telómeros.

Pues bien, en un estudio se ha demostrado que los cambios psicológicos resultado de la práctica del mindfulness aumentan la actividad de la telomerasa. No es que la meditación esté directamente relacionada con el aumento de su actividad, sino que el incremento del bienestar psicológico y la reducción del estrés obtenidos con la meditación pueden conllevar un aumento de la actividad de esta enzima.

9. Mejora la tolerancia al dolor

Una de las áreas donde más se está investigando es en la relación entre meditacion minfulness y la disminución de la percepción del dolor.  Varios estudios han demostrado que la meditación disminuye la percepción del dolor en pacientes que sufren fibromialgia o dolor crónico.

Esto permite disminuir el consumo de fármacos (con las consiguientes ventajas físicas) y mejorar la calidad de vida de los pacientes con dolor.

10. Ayuda a retrasar el deterioro cognitivo propio de la edad

A medida que nos hacemos mayores, se produce un declive en la materia blanca del cerebro. Asimismo, el cortex prefrontal se encoje con la edad, es por eso que a las personas mayores les cuesta más recordar cosas, entender o razonar.

Según el estudio llevado a cabo por la Dra. Sara Lazar, de la Universidad de Harvard, meditadores constantes de 50 años mostraban un grosor de corteza cerebral similar a individuos de 20 años. Tras sus investigaciones la Dra Lazar concluye que:

  1. Los cerebros de los meditadores se encojen menos con la edad.
  2. Las conexiones neuronales se mantienen más fuertes durante más tiempo como resultado de la meditación continuada en el tiempo.

Si te interesa saber más sobre este asunto puedes ver la charla de Sara Lazar La meditación cambia la forma de nuestro cerebro  (en inglés) o leer un resumen de sus investigaciones en este artículo de ABC  (en español).

Son muchos más que diez los motivos para iniciarte en el mindfulness, pero el principal será -sin duda- tu necesidad de cambio, de tomarse la vida de otra manera y de dejar de sufrir gratuitamente por la ansiedad o el estrés.

Los avances técnicos permiten hoy explicar lo que miles de personas saben y experimentan desde hace siglos: que la meditación y la atención plena ayudan a vivir de forma más positiva, sin tanto miedo, aceptando las circunstancias que nos tocan vivir, aportando soluciones creativas en los conflictos y con mayor conexión con uno mismo y con su entorno.

Solo unos minutos de práctica diarios ya suponen una gran diferencia. No lo dudes, abre la puerta a la serenidad y comienza a esculpir tu propio cerebro. Los beneficios no tardarán en llegar.

Un abrazo,

Olaya

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9 claves para mejorar tu experiencia al hablar en público

por Olaya M. Acebal Deja un comentario

mindfulness para hablar en público

La semana pasada te propuse cambiar tu perspectiva y plantearte el hablar en público como un acto de honestidad. No es sencillo, lo sé. No estamos acostumbrados a permitirnos ser nosotros mismos y el miedo al rechazo es algo muy potente, pero se puede.

Para la mayoría de nosotros este cambio de perspectiva requiere entrenamiento y un poco de ayuda externa porque nuestra mente tiene el sistema autocrítica-proyección-miedo completamente automatizado.

Tus hábitos están muy afianzados

Llevamos toda la vida pensando que deberíamos ser mejores, reprochándonos no estar donde deberíamos o no parecernos más a ese modelo que admiramos. Eso nos ha llevado a concluir que, tal y como somos, no somos suficiente, sino imperfectos y defectuosos.

A esto se suma la paradoja de que necesitamos sentirnos aceptados, queridos e incluidos, pero dada nuestra mejorable opinión de nosotros mismos, la tarea resulta francamente complicada.

¿Cómo lo hacemos, entonces? Desarrollamos consciente e inconscientemente ciertos personajes o máscaras que "nos ponemos" según la situación y que nos ayudan a ocultar esos supuestos defectos y carencias para conseguir así mayor aceptación.

En semejantes condiciones la palestra es una prueba de fuego. Cuando tenemos que hablar en público salimos de nuestra zona de confort y sostener esos falsos personajes nos resulta mucho más complicado. Surge, entonces, el temor a que se nos vea el plumero y trasluzcan esas carencias que intentamos por todos los medios ocultar.

Si es que, en el fondo,  sabemos que la mentira tiene las patas muy cortas… ¿o no? 😉

¿Cómo sentirte a gusto en tu propia piel?

Dejar de pretender ser quien no somos (tanto ante los demás como ante nosotros mismos) nos traerá de vuelta la paz y abrirá la puerta al disfrute. Conocernos de verdad, comprendernos, aceptarnos, darnos todo el amor que merecemos y -finalmente- perdonarnos por nuestros errores pasados y aprender que estos no constituyen por sí mismos ninguna condena para el futuro.

Somos seres profundamente creativos, espontáneos y seductores. Todos, sin excepción, guardamos en nuestro interior valiosos talentos -a veces desconocidos, otras, reservados para la intimidad o el petit comité-. Cuando nos relajarnos somos capaces de desplegar nuestras alas y fluir con el momento.

Pero no es fácil, al final llevamos toda una vida convencidos de que nos conviene proyectar esa imagen y arrastrando nuestras equivocaciones como pesadas losas; pero hay otra forma de vivir mucho más funcional, consciente y sana y, con un poco de trabajo y guía, se puede conseguir, ¿te animas? 

Despacito y buena letra

Exigirte un cambio radical de la noche a la mañana vuelve a ser maltratarte, demandarte lo que no puedes dar. Volverías a caer en la trampa de esa imagen idealizada de ti que nunca alcanzarás y que trae consigo frustración y desencanto.

¡Ah! Y, por favor, no caigas en la maldición del todo o nada. Esa que nos lleva a creer que si no alcanzamos el 100% de algo lo conseguido no sirve para nada. Eso es solo una engañifa más de nuestra mente.

Lo cambios verdaderamente transformadores llevan su tiempo, necesitan su maduración, requieren un proceso que es tan bello como valioso en sí mismo.

Yo te animo encarecidamente a que inicies un proceso de auto descubrimiento, a que entrenes tu mente para aprender a aceptar y a vivir en presente. A mí -y a decenas de miles de personas- eso nos ha cambiado la vida para mucho mejor.

Pero mientras llega tu momento de iniciar ese increíble viaje, me gustaría compartir contigo unas cuantas claves que a mí me son de gran ayuda a la hora de enfrentarme a una audiencia -da igual el tamaño-:

 1. Respira y siente tu cuerpo

Recalar en el presente pasa por conectar con nuestra respiración y nuestro cuerpo, y algo tan sencillo -y a la vez tan inusual- como eso nos relaja y nos permite ofrecer lo mejor de nosotros mismos y disfrutar.

Si lo piensas, los miedos se alimentan del futuro y, por tanto, campan a sus anchas cuando dejamos que nuestra mente se pasee por el después o el mañana. Entrenar tu mente en volver al puro presente es la mejor manera de no convocar miedos innecesarios; en el presente no suele haber nada que temer.

Deja el futuro para después, aprende a estar aquí y ahora

Antes de empezar haz unas cuantas respiraciones conscientes por la nariz alargando la espiración y observando las sensaciones físicas que surgen; te ayudará a sentir tu cuerpo y a salir del círculo de pensamientos negativos. Respira conscientemente también durante la intervención, te permitirá serenarte.

Durante la charla, intenta en algún momento sentir el suelo en tus pies, los folios o el mando de pasar las diapositivas. Ser consciente del cuerpo mientras hablas te trae al aquí y al ahora.

2. Ponte metas razonables

Una de las máximas de mi vida la aprendí en un centro americano de estimulación infantil temprana: su método para trabajar la autoestima de los niños nos aconsejaba a los profes set them for success not for failure que yo traduzco como facilita el éxito, no el fracaso.

La seguridad y auto confianza resultado de experimentar el éxito aporta al niño el coraje necesario para enfrentarse a nuevos retos. Y al adulto, exactamente igual.

Por salud mental yo intento aplicarme SIEMPRE ese principio: me pongo metas realizables que me ayuden a conseguir mis objetivos, no me maltrato con imposibles que me conduzcan innecesariamente a la frustración.

Trátate bien, proponte lo que puedes conseguir, y disfruta del proceso. Si no te sientes cómodo hablando en público no pretendas hacer una charla inolvidable que deje boquiabiertos a los oyentes, proponte transmitir el mensaje con claridad.

3. Ten claro lo que has venido a hacer.

No vienes a gustarle a nadie, vienes a transmitir algo que merece la pena ser oído y comprendido. Ten presente que lo realmente importante es el mensaje y que tú solo eres el vehículo de transmisión.

4. Acoge tu humanidad

¡Claro que te pones nerviosa al hablar en público! Es lo normal y NO PASA NADA. No hay nada de malo ni de vergonzoso en los nervios, es una reacción natural de tu cuerpo que tú no eliges, y está ahí por algo, acógela con cariño. Recuerda que frente a una emoción difícil o aceptas o te resistes, no hay medias tintas, y la primera es mucha mejor estrategia.

Ante los nervios solo hay dos opciones: aceptación o resistencia

Ante un momento de ansiedad hay varias cosas que puedes hacer, pero todas pueden encuadrarse dentro de estas dos actitudes: aceptar o resistirte.

¿Qué es resistirse?

Resistirse es negarse a que las cosas sean como son porque no se ajustan a mis preferencias o necesidades e intentar por todos los medios que sean distintas. Resistirse implica lucha, una lucha que es inútil -pues me resisto contra lo que ya es- y genera mucho sufrimiento.

¿Qué es aceptar?

Contrariamente a lo que se piensa, aceptar no es algo mental, es algo absolutamente físico. Si solo aceptas con la mente, en realidad piensas en aceptar, pero no aceptas. Es tu cuerpo el que realmente se rinde al momento presente tal y como es y se relaja. La aceptación implica distensión.

Es curioso, pero en cuanto aceptas una emoción difícil esta se vuelve mucho menos incómoda….

5. Se breve, concreto y relevante

Prepárate bien la exposición de antemano, piensa en por qué es importante lo que vas a contar, qué es lo más relevante y en qué orden deberías exponerlo para facilitar su comprensión. Vete al grano, pero no te pases con la concisión, facilita la información que sea necesaria para que el mensaje se comprenda.

6. Pon algo de ti

¿Cómo te gustaría a ti que te explicaran lo que vas a contar? ¿Se te ocurre algún ejemplo para que lo que expliques pueda comprenderse mejor? Piensa en ellos y hazlo a tu manera.

7. Haz sitio al humor

No te tomes tan en serio. Permítete ver el lado encantadoramente ridículo de tus desvelos, y abraza con humor tus tropiezos y errores. El humor te libera y te une mucho más de lo que crees a tu audiencia. Al final, como decía Donnellan, ¿qué cantidad de maldad asolará la tierra si haces una presentación mediocre?

8. No te eches el mundo a la espalda

Por muy importante que creas que es esa exposición, tu poder es bastante limitado y el resultado en absoluto está bajo tu control. Otras muchas cosas entran en juego: el estado emocional de los interlocutores, sus necesidades, sus creencias e inseguridades, qué día hayan tenido… etc.

Tu deber es transmitir el mensaje con la mayor justicia posible jugando con las cartas que tienes. Las cosas, al final, serán como tengan que ser. No te eches el mundo a la espalda.

9. Felicítate

Los errores no son fracasos sino oportunidades para mejorar, así que tenlos en cuenta, pero nunca dejes de valorar lo conseguido, tus éxitos, por pequeños que creas que son. Recuerda que hay muchos estudios científicos que han demostrado la eficacia de tratarse de bien y de valorar los logros frente a lo poco productivo que resulta poner el foco solo en lo mejorable.

 

Obsesionamos con el resultado nos impide percibir la maravilla del camino que nos lleva a él. Desde aquí quiero hacer un elogio al poco a poco, al proceso. Imponernos ritmos antinaturales e imposibles es solo un síntoma más de la inconsciencia cotidiana en la que vivimos. Así que no desesperes por no haber llegado todavía, disfruta del camino, respeta tu ritmo y deléitate viéndote crecer.

Un abrazo,

Olaya

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¿Tienes pánico a hablar en público?

por Olaya M. Acebal Deja un comentario

Pánico a hablar en público

Quien más quien menos siente cierto cosquilleo en el estómago justo antes de salir a la palestra, pero para algunas personas tener que hablar en público es un castigo divino que eleva su nivel de ansiedad a la enésima potencia, ¿eres uno de ellas?

Los budistas lo incluyen en su lista de los 5 mayores temores del ser humano. El pánico escénico aparece en quinta posición después del miedo a la muerte, a perder la autonomía, a perder la reputación y el miedo a perder la conciencia, pero ¿por qué nos aterra tanto hablar delante de una audiencia?

 ¿A qué tememos realmente?

De pequeña, el miedo a hablar delante de los demás me paralizaba por completo. Saber que tenía que presentar algún trabajo en clase podía tenerme sin dormir una semana y hacerme agonizar hasta que llegara el temido momento.

¿Qué es lo que sucede? Es sencillo: queremos gustar, necesitamos sentirnos aceptados, queridos e incluidos, es natural y tiene explicación biológica: nuestro instinto nos lleva a buscar ser aceptados por el grupo por cuestiones de protección y supervivencia.

El problema es que es imposible sentirse aceptado cuando es uno mismo el que se rechaza. Cuando nos embargan sensaciones de insuficiencia para con nosotros mismos da igual que al de en frente le parezcamos bien, siempre nos enfrentaremos a la experiencia con sufrimiento.

El crítico interior nos hipnotiza

Yo era una niña tímida que evitaba llamar la atención porque tenía asumido que la llamaría para mal. Durante la mayor parte de mi vida concedí mucha más importancia a aquellos aspectos de mí que consideraba insuficientes o imperfectos que a mis logros y capacidades. Es decir, tenía una visión muy sesgada y distorsionada de mí misma.

Era crítica con los demás, pero mucho más conmigo: nunca me sentía suficientemente buena o correcta y salir a la palestra suponía para mí poner el foco sobre mis defectos ante unos fieros leones ávidos de carencias con las que partirse de risa. Ahora entiendo que yo era mi propia fiera.

El miedo a hablar en público tiene que ver con que proyectamos en la supuesta audiencia nuestros propios pensamientos. En realidad, tememos que piensen lo que pensamos de nosotros mismos.

Esa feroz auto crítica tiene como objetivo inconsciente empujarnos a mejorar, pero es una estrategia fallida; nos merma la autoestima, nos lleva a sentirnos menos capaces y cada vez más aislados del mundo.

Por suerte, hoy contamos con estudios científicos que demuestran que tratarse bien a uno mismo, con cariño y comprensión, resulta mucho más eficaz para mejorar que flagelarse. La letra con sangre entra mucho peor.

Terapia de choque

Nos habíamos mudado de ciudad y un día me tocó salir a leer en clase delante de mis nuevos compañeros. Para mi total sorpresa no lo pasé tan mal y mi crítica interna  consideró pertinente que me sometiera a una prueba de fuego: el grupo de teatro.

En el estreno, los instantes anteriores a pisar el escenario por primera vez fueron tan horribles que consideré muy seriamente la posibilidad de salir corriendo, pero no lo hice. Recuerdo una tremenda presión en las sienes, el corazón saliéndoseme del pecho y una angustia insoportable, pero una vez delante de toda esa gente, el tiempo se ralentizó y de repente me sentí a gusto.

Observé, incrédula, que a la gente le gustaba mi actuación, se reían (¡conmigo!) y algo me enganchó para siempre. Seguramente el lujo de disfrutar de la atención de los demás cuando se tiene constancia de su aceptación y complicidad.

Y eso es posible para todos. Sí, también para ti.

 Los miedos no comprendidos no desaparecen, solo mutan

No pienses que gracias a esa ruda terapia de choque superé mi miedo a hablar en público. No. Cuando los miedos no se gestionan bien, no se comprenden ni se integran, no desaparecen por arte de magia. Y el mío solo había evolucionado en otra dirección.

Creerás que no es posible ser actriz y tener miedo a hablar en público… jeje, pues ¡claro que sí! Son perfectamente combinables y relativamente frecuentes.

El personaje, el guión y los focos dirigidos al escenario que dejan en penumbra a los espectadores se convirtieron en una especie de perímetro de seguridad.  Durante años pude mostrarme como Juana de Arco, Ofelia o quien fuera delante del público -siempre con cierto nivel de sufrimiento, por cierto-, pero jamás como Olaya expresando un mensaje con sus propias palabras y dirigiéndose de frente al público. El problema, por tanto, seguía ahí.

La fantasía del control

Existe la falsa creencia de que podemos conseguir que los demás tengan una opinión favorable de nosotros si les proyectamos una imagen adecuada. Quizás esto sea posible para algunas personas, pero desde luego no para los que sienten pavor a hablar en público, la tensión no permite fingir con convicción.

En realidad, más allá de apreciaciones naturales y juicios puntuales sin mayor trascendencia, el grueso de las personas está demasiado ocupada con sus propias preocupaciones, complejos, vida y planes. De forma que, aunque nosotros vivamos nuestra actuación como un instante crucial, para la audiencia suele ser un insignificante momento más.

Cuando yo era niña, mi percepción alterada me llevaba a ver en mis compañeros de clase como un tribunal de jueces implacables esperando a que metiera la pata para condenarme cuando, en realidad, eran solo un grupo de compañeros pensando en cuánto quedaba para el recreo…

De la misma forma, las personas ante las que hablamos hoy muy probablemente tienen que hacer esfuerzos para que su mente pare a escucharnos y deje de saltar de tribulación en tribulación. A la gente le interesa mucho más su propia vida que nosotros.

La burbuja protectora

Las estrategias para pasar el trago de hablar en público son variadas. Yo necesitaba tener memorizada cada palabra y cada movimiento que iba a hacer -y como actriz el escenario me lo permitía-, pero de poco me servía eso para presentar un proyecto ante gente que hace preguntas.

Algunas personas directamente huyen de exponerse o incluso eligen inconscientemente profesiones que no les exijan hablar en público. Los que, detestando hablar en público, no se pueden escaquear a veces desarrollan ciertas estrategias para pasar el trago. Estas son algunas de las más frecuentes:

  • no mirar nunca a los asistentes,
  • leer la exposición en lugar de contarla
  • hablar muy rápido
  • fingirse enfermo y no parar de toser, por ejemplo…
  • llevar amuletos o prendas de la suerte,

¿Cuáles son las tuyas? ¿te sirven? Supongo que no… Es que como ya hemos comentado varias veces en este blog, huir solo lo agrava todo, nos mete en un círculo vicioso del que se hace complicado salir y termina convirtiendo el momento en insoportable.

El descubrimiento 

Un día llegó la luz. Descubrí algo evidente: yo carecía de interés, lo relevante era lo que tenía que contar. Cuando exponemos o presentamos algo -incluso cuando actuamos en un teatro- somos solo el vehículo, el medio de transmisión de un mensaje que necesita ser contado. Nuestro trabajo no es causar una buena impresión sino comunicar de la mejor forma posible.

Mis herramientas para superar la ansiedad de hablar en público

Es francamente conveniente conocer técnicas para hablar en público que nos ayuden a comunicar de forma eficaz, pero igual de importante es conocerse y aceptarse. En mi caso, mi proceso de  auto descubrimiento a través del Mindfulness y otras técnicas ha sido clave para poder aprender a sentirme a gusto en mi piel, relajarme y poder dar lo mejor de mí.

Si uno no se conoce, no se puede aceptar; si no se acepta, no se puede querer y si no se quiere, presentarse ante el mundo es un gran sufrimiento.

Si no te quieres, es que no te conoces. Punto

El sufrimiento que genera el miedo a hacerlo mal, no solo te impide dar de ti lo mejor, sino que puede convertirse en una profecía que se cumple a sí misma.

La meditación y los ejercicios de atención plena en la vida diaria te ayudan a conseguir mente clara para percibir con objetividad (sin alterar) y la calma necesaria para enfrentarte a la situación con apertura y relajación. Solo es posible disfrutar desde la relajación.

A día de hoy son varias las ocasiones en las que tengo que hablar en público: como actriz (y ahora estoy en un escenario pequeño donde sí veo al público, les miro a los ojos e incluso interactúo con él ¡y me lo paso pipa!), como como facilitadora de talleres de Mindfulness y siempre que salgo me propongo lo mismo: hacer justicia al mensaje y disfrutar.

Hablar en público: un acto de honestidad 

Para mí ese es el quid de la cuestión: llevar a cabo un un trabajo personal de auto conocimiento y aceptación para poder presentarme ante el mundo como lo que soy: simplemente yo.

Te propongo que la próxima vez que te toque hablar en público lo tomes como eso, como un acto de honestidad.

  1. No pretendas ser nada distinto a lo que eres, porque lo que eres es suficiente.
  2. No pretendas ser perfecto: no es necesario. Es más, acepta de una vez que tú también puedes fallar y no pasa nada. Declan Donnellan, uno de mis directores y pedagogos teatrales favoritos dice que “la ansiedad sufrida es muy desproporcionada con respecto a la cantidad de maldad que asolará la tierra si hago una actuación mediocre”. Así es la ansiedad, ¿verdad?
  3. No te escondas, no hace falta y es inútil: se te ve, no pierdas energía en ello.
  4. No maldigas tus nervios ni los disfraces, acéptalos: están ahí para algo y en el momento que los aceptes dejarán de molestar.
  5. Se bueno contigo mismo: esto es difícil para ti, con la práctica y nuevas técnicas lo harás mejor

La única responsabilidad de un orador es hacer llegar el mensaje al público de la manera más clara, precisa y efectiva posible y ese debe ser tu propósito. No tienes que proponerte ser gracioso, ni carismático ni conseguir que tu charla sea inolvidable. Haz lo que has venido a hacer y sé bueno contigo: esto es difícil para ti, trátate bien.

Abandona la lucha de pretender ser algo distinto a lo que eres porque quizás consigas engañar a los demás, pero nunca conseguirás engañar a tu peor crítico: tú.

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Un abrazo,

Olaya

 

¿Te ha gustado? Pues accede a la segunda parte de este artículo: 9 claves para mejorar tu experiencia al hablar en público

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6 pasos de Mindfulness para recuperar la calma ante un ataque de ansiedad.

por Olaya M. Acebal 3 comentarios

En la mayor parte de los casos el ataque de ansiedad no es el problema: el problema es lo que se esconde detrás. Vivimos la ansiedad como un gran obstáculo en nuestras vidas:  sentimos que nos limita, dejamos de hacer cosas y, con la repetición, termina llevándonos al agotamiento y al desánimo, pero la ansiedad es solo un síntoma, en realidad, aunque no te lo parezca.

Digamos que la ansiedad es la punta del iceberg: tu cuerpo gritando para llamar tu atención sobre lo que permanece oculto. La ansiedad eres tú suplicándote luz y acción.

Pues sí, la ansiedad es como ese piloto del coche que se enciende para avisarte de que tienes que cambiar el aceite. Un piloto incómodo, pero solo un avisador, al fin y al cabo. La cuestión es que hay que cambiar el aceite.

Muy probablemente tu cuerpo lleve tiempo intentando reclamar tu atención sobre algún asunto importante y tú no lo hayas querido, podido o sabido escuchar. Como último recurso y ante su repetido fracaso, no le ha quedado otra que empezar a gritar. Su grito es lo que llamamos "ataque de ansiedad".

 ¿Qué es lo que no estoy escuchando?

Si realmente no lo sabes -muchas veces sí lo sabemos pero no queremos verlo-, esa es tu tarea: averiguarlo. Debes descubrir qué es eso que llevas tiempo ignorando, eso que no estás atendiendo. Pero tranquila, tranquilo, aunque tú eres quien debe recorrer el camino, no tienes que hacerlo tú sola, hay profesionales de la ayuda que pueden caminar a tu lado, acompañarte y orientarte.

Quizás no estés viviendo en coherencia con quien realmente eres; puede que tengas heridas antiguas pero profundas que necesiten ser sanadas o quizás haya aspectos de ti que te hayas visto obligada a silenciar y estén clamando por ser reconocidos e integrados… Una cosa está clara:

Aquello de lo que huimos nos persigue

Por tanto, actuar sobre la punta del iceberg -sobre la ansiedad- conseguirá aliviarte (¡que ya es mucho!), pero no conviene engañarse: tu cuerpo y tu alma necesitan que atiendas el problema de fondo y, si no lo haces, buscarán la forma de llamar de nuevo tu atención.

El auto descubrimiento es un proceso, un camino precioso de amor hacia uno mismo. Y quererse de verdad tiene que ver con tomar las riendas de la propia felicidad y para ello es imprescindible asumir el compromiso de conocerse y de vivir siendo fiel a uno mismo.

 ¿Qué hacemos mientras tanto con los ataques de ansiedad?

Actuar en el punto álgido del “ataque de ansiedad” resulta muy complicado, incluso imposible. En los momentos críticos mi capacidad de respuesta consciente se anula y me convierto en una muñeca de trapo vapuleada por la intensidad de mis sensaciones físicas y emocionales. Es en las primeras fases cuando puedo elegir cómo me relaciono con eso que se me está presentando.

Por eso es crucial desarrollar consciencia corporal: será nuestro cuerpo el que nos vaya avisando de cuando se acerca un episodio. Si tengo comunicación fluida con mi cuerpo podré percibir los estadios tempranos, esos en los que todavía soy dueña de mí misma. Como bien sabes, una vez la cosa se desmadra hay ya poco que hacer…

Mi lucha causa mi sufrimiento

Esto es lo que he descubierto a raíz mi auto observación personal: el ataque de ansiedad en sí no es para tanto, soy yo quien lo convierte en un infierno cuando me enfrento a él, cuando me resisto a esas sensaciones y empiezo a hacer de todo para no sentirlas, para que se vayan.

Quiero compartir contigo el único recurso infalible: la rendición al momento presente, a lo que ya es. Cuando el ataque de ansiedad llega, ya está aquí, realmente hay poco que puedas hacer más que reconocerlo, aceptarlo y “darle tu permiso” para que se desarrolle y pase.

Escribo esto sabiendo que quizás te parezca una locura e incluso te genere enfado o rechazo profundo, pero desde mi propia experiencia -confirmada por los conocimientos adquiridos posteriormente- te garantizo que cuanto más intentas evitar sentir esas sensaciones, más poder les das y más insoportables se vuelven.

En resumen: nosotros mismos nos causamos la mayor parte del sufrimiento resistiéndonos a lo inevitable.

 

6 pasos para recuperar la calma ante un ataque de ansiedad

Personalmente, lo que mejor me ha funcionado en mi camino de superación de la ansiedad desmedida es un entrenamiento profundo y comprometido en meditación y  Mindfulness combinado con un proceso de auto descubrimiento acompañado. El Mindfulness te aporta valiosas herramientas para el día a día y, junto con la meditación, trae de vuelta a tu vida la serenidad y la claridad mental, lo que te permite dejar de ver monstruos donde no los hay. El auto conocimiento a través de cualquiera de las fórmulas disponibles, por su parte, te permite descubrir lo que puede estar ocultándose bajo tu ansiedad para sanarlo e integrarlo.

Pero, mientras te descubres, el camino más corto y menos doloroso ante un ataque de ansiedad es entregarse al momento presente tal cual es. Es dejar de luchar  en una batalla que no puedes ganar porque es contra ti misma. Estás luchando contra tu propio instinto de supervivencia, que es muy poderoso (y gracias a que lo es estamos hoy aquí).

En este artículo quiero compartir contigo mi receta personal para enfrentarme a un ataque de ansiedad. Está basada en técnicas Mindfulness de gestión emocional y personalizada con mi propia experiencia. Pero te adelanto la clave: dejar de luchar.

-¿Cómo? ¿Dejar de luchar? ¿rendirme? Pero entonces ¡me habrá ganado la batalla!

-¿Qué batalla?

Quizás todavía no te has dado cuenta, pero la guerra solo está en tu cabeza: no hay enemigo. Y, sin embargo, la gran cantidad de energía que empleas en ella te consume, te agota y merma tu confianza porque tienes la sensación de perder siempre.

Maestro, ¿cuál es el secreto de tu serenidad?

Cooperar incondicionalmente con lo inevitable

Estos son mis 6 pasos:

  1. Percibe los signos que te anuncian la ansiedad Todos olemos que se acerca ese momento de una forma u otra. Puede ser que se te entrecorte la respiración o que el nudo en el estómago se retuerza aún más. Yo, por ejemplo, noto presión en la garganta, pinchazos en las sienes y aparece lo que yo llamo “visión en túnel”. Cuando te des cuenta del primer síntoma:
  2. Párate y observa ¿qué sientes físicamente y dónde lo sientes? Respira lenta y profundamente tres o cuatro veces. Tu objetivo es el siguiente: observar con atención minuciosa cada sensación física y localizarla en el cuerpo.
  3. Date cuenta de tu rechazo a esos síntomas. Percibe tu desagrado. Date cuenta de que tu cuerpo está en tensión, peleando físicamente contra esas sensaciones.
  4. Ríndete: es inevitable Deja de luchar con las sensaciones: tus esfuerzos son en vano. Ríndete a ellas. Puedes ayudarte poniendo tu mano derecha cerca del corazón y diciéndote interiormente “es mi cuerpo haciendo el que cree que es su trabajo, no pasa nada, es desagradable, pero no durará”.
  5. Coopera: dales tu permiso a esas sensaciones para estar. Dite interiormente “Adelante, haced vuestro trabajo. Os doy permiso”.
  6. Observa cómo evolucionan mientras respiras. Dedícate a observar las sensaciones con cariño mientras respiras conscientemente. Permanece ahí unos instantes con ellas y observa cómo evolucionan.

Por último no te olvides de felicitarte y de reconocerte el gran trabajo realizado. Siéntete orgullosa u orgulloso de ti independientemente del resultado: lo que has hecho no es nada fácil.

Como es natural, estos pasos resultan más accesibles y fluidos cuando ya tienes cierto entrenamiento en Mindfulness, pero no dejes de darle una oportunidad a la receta aunque no hayas empezado tu entrenamiento todavía. La próxima vez que te haga falta, pruébalo y si te apetece compartir tu experiencia, escríbeme y cuéntame qué tal te ha ido, me encantará saberlo.

Recuerda que solo haciendo cosas diferentes podremos obtener resultados distintos.

Un fuerte abrazo,

Olaya

 

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Soy Olaya

Consultora Experta en Mindfulness y Compasión y me
dedico a ayudar a mujeres que se sienten limitadas por la ansiedad y el malestar emocional a reducirla de forma efectiva y natural a través del entrenamiento mental y el autoconocimiento. ¡Bienvenida! Leer Más…

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