Se supone que la Navidad es tiempo de alegría y felicidad, pero para aproximadamente el 50% de la población supone un aumento del estrés y la ansiedad. Esa imagen de la familia feliz alrededor una mesa llena de ostentosos manjares y muchos regalos no se corresponde con la realidad de muchos. Identificar de antemano lo que nos estresa y planificar estrategias puede ayudarnos a vivir unas fiestas más relajadas.
Mindfulness nos enseña que la irritabilidad, la angustia o la sensación de vacío dependen realmente de cómo nos tomamos las cosas, de cómo nos posicionamos ante una situación concreta y no tanto de la circunstancia en sí misma.
Por ejemplo, nuestra idea prefabricada de “cómo debería ser la Navidad” tiene incidencia directa sobre cómo nos sentimos con respecto a nuestra Navidad concreta. Si tenemos ciertas creencias sobre cómo nos deberíamos sentir, qué aspecto debería tener todo, cómo se deberían comportar los demás o qué imagen debería dar, nos costará mucho más relajarnos y disfrutar.
Nada tiene que ser de ninguna forma especial, permítete sentirte como te sientes y permíteselo también a los demás. Obsesionarnos con lo que "no es correcto" de acuerdo con nuestras creencias de catálogo, secuestra nuestra atención y nos lleva a perdernos lo bueno que sí nos ofrecen ciertas situaciones.
Son muchos los factores estresores en estas fechas; ser capaz de identificarlos y tomar decisiones con antelación respecto a ellos nos ayudará a tomarnos las cosas de otra manera. El secreto está en alcanzar un equilibrio saludable entre coherencia personal y generosidad.
1. Los conflictos familiares
A muchos no les gusta la Navidad porque piensan que su cena de Nochebuena debería ser como un anuncio de El Almendro y la realidad va por otro lado. No existen las familias perfectas donde todo el mundo dice lo que piensa y nadie se enfada, donde todos beben lo justo, todos se alegran de ver a todos y siempre reina la paz y la armonía. No, en todas las casas cuecen habas.
Trivializa un poco: ten en cuenta que es solo un día, un evento puntual que terminará en unas horas. Presta atención a quién estás haciendo feliz con tu presencia, busca la compañía de las personas con las que mejor te sientes y siéntete agradecida por poder pasar algo de tiempo con ellas.
Por otro lado, no te sientas obligada a tomar partido en los conflictos: cuando las cosas no dependen de ti, suelta el control y acepta (Mindfulness es especialmente útil para esto).
2. Gastos excesivos
Es frecuente que en Navidad acabemos gastando cantidades ingentes de dinero en regalos, eventos y delicatessen incluso cuando no nos viene nada bien
Si tu situación económica hace que regalar a todo quisqui sea un esfuerzo excesivo, pierde todo el sentido. ¿Tú querrías que alguien lo pasara mal por sentirse obligado a hacerte un regalo? Pues no te hagas a ti lo mismo. Incluso si, pudiendo, no estás de acuerdo con esa manera de hacer, no lo hagas: sé coherente contigo.
Las costumbres están para romperlas o adaptarlas cuando las circunstancias ya no las justifican.
No pasa nada por expresar la circunstancia y proponer alternativas como un regalo por adulto y organizarse para ver quién regala a quién a modo de amigo invisible o sugerir que este año los regalos tengan más valor simbólico que económico (esto conlleva un esfuerzo extra de tiempo y dedicación y puede ser mucho más emotivo).
Te sorprenderá, pero seguro que muchos familiares piensan igual -aunque no se atreven a decirlo- y se sentirán aliviados con tu propuesta. En todo caso, valora tu situación económica, márcate un presupuesto sensato y cíñete a él. Nadie más que tú te obliga a gastar más de lo que puedes.
Igualmente, no es necesario cenar angulas, en internet puedes encontrar menús de Navidad deliciosos a precio razonable. De la misma forma, no te sientas obligado a asistir a todos los eventos: prioriza. Piensa en cuáles son importantes PARA TI.
3. Eventos sociales con personas a las que no me apetece ver.
Suele pasar que prestamos toda nuestra atención a aquellas personas que nos generan emociones menos agradables. Pero dentro de los grupos con los que nos vamos a encontrar en las fiestas seguro que hay gente a la que sí te apetece ver (si no, ¿para qué vas?); concédeles al menos la misma importancia que a los otros, busca estratégicamente su compañía y céntrate en ellos.
Por otro lado, muchas veces es nuestra tendencia a etiquetar la que nos aleja de la diversión y abre la puerta al tedio. Te propongo un experimento: dale a la gente la oportunidad de que te sorprenda. Si te toca sentarte al lado del pesado, observa con atención a ver si es posible que en algún momento diga algo realmente interesante. Si es el típico graciosillo, quizás sea capaz de entablar una conversación más seria si se le da la oportunidad… Desafía tus (pre) juicios: hazlo como un juego, ¡quizás te sorprendas!
4. La silla vacía
Estas épocas suelen ser especialmente difíciles cuando ha fallecido recientemente un familiar y su ausencia sobresale por encima de la presencia de los que sí están.
Es normal echar de menos y que duela. Huir del dolor no es posible y pretenderlo aumenta el sufrimiento. Igualmente, tampoco podemos evitarle el dolor a los demás no expresando el nuestro; de hecho, establecer una especie de pacto de silencio tácito puede aumentar la tensión y la ansiedad y aumentar más la tristeza. Todo el mundo necesita transitar por su dolor y expresarlo: hacer el duelo.
Planificar de antemano con la familia y amigos la mejor manera de recordar y honrar al ser querido que falta puede ayudar: compartir recuerdos y la pena de la ausencia es mejor que evitar artificialmente el tema. Si es necesario, recurre a un profesional que te ayude a sobrellevar mejor esta situación, para eso están.
5. Compatibilizar trabajo, vacaciones infantiles y preparación de fiestas.
Organizar menús, asistir a la función de navidad de los niños, hacer malabarismos para comprar sin ellos cuando están de vacaciones, organizar viajes, preparar comidas para tropecientos mientras continúas con el horario laboral puede llegar a convertirse en una gymkana infernal.
Aquí el secreto está en la organización. Ponte metas realistas y sé funcional; no te tortures innecesariamente proponiéndote ser la anfitriona perfecta -esas no trabajaban fuera de casa y tenían quien se lo hacía todo ;), además no es necesario-: simplifica, pide colaboración, compra online y que te entreguen a domicilio, recurre a comida preparada (hay virguerías hoy en día). Hazte la vida fácil.
Durante la época navideña, dedícate tiempo a ti y a lo que te gusta hacer. Da paseos, descansa y dedica unos minutos cada días a meditar para conectar con tu serenidad y tu equilibrio; te ayudará mucho a gestionar las situaciones complicadas.
Un abrazo,
Olaya
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