La ansiedad nos limita, en ocasiones no nos permite dar lo mejor de nosotros mismos y podemos incluso sentir que nos "amarga la vida"... Pero hay algunas cosas que me gustaría contarte...
1. La ansiedad no es tu enemiga
Sí, por mucho que sintamos que la ansiedad nos limita, por mucho que nos moleste, y aunque te resulte difícil de creer, la ansiedad está intentando ayudarte: es un mecanismo de tu instinto de supervivencia intentado protegerte frente a lo que tu mente interpreta como una amenaza. Así que de nada sirve que te relaciones con ella como si fuera un enemigo a vencer, pues estarías luchando contra ti misma… Y en una lucha de ti contra ti, ¿crees que puedes ganar?
Cuando nuestra mente interpreta algo como una amenaza (física o emocional), nuestro cuerpo salta con la programación que viene de serie (la ansiedad) para reaccionar ante un peligro; es una reacción de lucha o huye. La misma que se activaría si nos tuviéramos que enfrentar a un león y la misma que nos ha permitido llegar hasta donde estamos hoy en día.
Es cierto que las amenazas que nos toca vivir hoy son más sofisticadas y que salir corriendo o luchar físicamente de poco nos sirve para enfrentarnos a muchos de los “peligros” que hoy asumimos como tal: quedarnos sin trabajo, contraer una enfermedad, que nuestra pareja nos deje, la soledad, el miedo al fracaso…etc.
De alguna forma, es como si nuestro programa de supervivencia necesitara una “actualización” para adaptarse a la vida moderna, pero eso no quita para que podamos cobrar consciencia de que lo que nos sucede no es incorrecto, solo quizás, a veces, una estrategia un poco torpe…
Y desde luego, emprender una batalla contra nosotros mismos no nos ayuda en absoluto, solo prolonga la agonía, aumenta el sufrimiento y nos sume en la frustración y la desesperanza.
¿Cuál es la propuesta desde el mindfulness?
Comprender la ansiedad y aprender a relacionarnos con ella y con sus síntomas sin tanta resistencia, para poder gestionarla con mayor fluidez y reducir el sufrimiento.
Además, la práctica de la atención plena nos ayuda a “actualizar” ese programa de supervivencia nuestro para poder responder de forma más funcional a lo que las circunstancias nos requieren realmente.
2. La huída automática ante lo incómodo te debilita
Cuando huimos sin pensarlo de las pequeñas incomodidades de la vida le estamos enviando a nuestro cuerpo y a nuestra mente el mensaje de que no podemos soportar la incomodidad.
Y huimos cada día, a cada instante, sin darnos cuenta. Huimos del aburrimiento cuando nos toca esperar echando mano del móvil para no sentir esa incomodidad. Huimos de la sensación de vacío y de los nervios comiendo…. Huimos de los pensamientos que nos perturban poniendo la tele, de cualquier picorcillo rascándonos, de cualquier pequeño dolor físico con un analgésico… Hacemos de todo para no sentir contracción… y así, nos debilitamos: nuestra confianza en nuestra capacidad para tolerar lo que no es agradable se reduce muchísimo, hasta que terminamos creyéndonos incapaces de soportar lo incómodo.
¿Qué tiene esto que ver con la ansiedad?
La ansiedad es, básicamente, incomodidad: sensaciones poco agradables que nos toca experimentar en un momento determinado y que no queremos sentir porque creemos que son demasiado para nosotros.
Irónicamente, al resistirnos a ellas cuando aparecen, transformamos la incomodidad en sufrimiento y hacemos que todo se vuelva mucho más intenso e insoportable.
¿Qué hacemos en mindfulness?
Hacer espacio dentro de nosotros a la incomodidad, aprender a familiarizarnos con ella poco a poco, con mucha amabilidad, paciencia y siempre respetando nuestro propio proceso y lo que es posible para nosotros a cada paso del camino.
Así, nos fortalecemos, conectamos con nuestro coraje y vamos ampliando el espacio de lo que nos sentimos capaces de tolerar, de forma que cuando aparece la incomodidad no me asusta tanto porque sé que surge para desaparecer y que soy capaz de sentirla.
3. La ansiedad es una mensajera
En la mayoría de los casos, la ansiedad viene por y para algo. Algo necesita revisión: nuestras creencias, nuestra relación con nosotros mismos o con los demás, nuestra autoestima, nuestras necesidades no cubiertas, nuestra idea de nosotros mismos, cómo vivimos, si vivimos conforme a nuestras prioridades y anhelos o no… y un largo etcétera.
Y podremos reducir los síntomas, pero si no nos decidimos a abordar eso que pulsa bajo la ansiedad para ser visto, comprendido o integrado no estaremos dejando que la ansiedad cumpla su función y la tendremos llamando a la puerta cada poco…
Mindfulness nos permite desarrollar nuestra auto consciencia, conocernos. Pasando unos minutos de calidad con nosotros mismos, sin distracciones, nos damos cuenta de cosas importantes que pueden indicarnos hacia dónde necesitamos mirar.
Resumiendo, aunque nos parezca lo contrario, nuestro problema no es tanto la ansiedad como no querer sentirla, creer que nos somos capaces de tolerarla y, por supuesto, no atender eso que hay debajo de ella y que necesita de nuestra indagación y consideración.
Si te apetece empezar a relacionarte con tu ansiedad de forma más amable, reducir sus síntomas con una metodología que cuenta con amplísimo soporte científico y empezar a escucharte, te invito a apuntarte a un curso presencial de mindfulness (seguro que hay alguno cerca de donde vives). Y si no lo encuentras, o no lo puedes encajar en tu ya de por sí ajustado horario, tienes a tu disposición buenos cursos online como los que te ofrece Menteencalma.
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Un abrazo,
Olaya
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